domingo, 25 de diciembre de 2011

La suerte que tenemos

Nuestra sociedad ha ido tomando una decisión que ya todos tenemos consolidada en nuestras mentes: estos días hay que pasarlos con la familia. Antes era por motivos religiosos, ahora, posiblemente, por inercia. Y porque, en el fondo, a la mayoría de la gente le gusta tener apuntada una fecha en el calendario para reunirse con su núcleo.

Ayer por la tarde, Nochebuena, antes de cenar con mi familia, tuvimos que hacer una visita a un hospital a un amigo de la familia que iba a pasarse ingresado, al menos, hasta mañana. El, por suerte, estaba ya bien, dentro de lo que es estar bien para él y fuera de peligro.

En la cama de al lado, había un señor, de ochenta o noventa años, solo. Solo durante gran parte del tiempo que estuvimos allí, verdad que a última hora apareció una nieta con marido e hijo que le dieron la cena antes de marcharse.

Antes de que llegara la nieta, la imagen del anciano solo en su silla pegado a la ventana era fotografía clara para reportaje de la gente que no tiene nadie con quien celebrar estas fiestas, ni nada que celebrar.

Como digo en el título, en estos momentos uno es cuando se da cuenta de la suerte que tenemos de vivir como vivimos: de tener un sitio donde cenar con la familia, de tener esa familia con la que cenar ( y mira que mi familia cercana es escasa ), poder cenar lo que nos da la gana ( por suerte no queremos cenar angulas ni caviar ), poder hacernos regalos que nos hagan ilusión, poder disfrutar de esos momentos, por resumirlo.

Pero, el caso, es que, viendo al enfermo que habíamos ido a visitar, también veía la suerte que él tenía, y que nosotros podríamos tener en algún momento: tener una ambulancia que te recoge en casa y te lleva a un hospital, una cama libre donde poder estar atendido y vigilado, una serie de pruebas y diagnósticos que hace años eran pura ciencia ficción, unas enfermeras plenamente conscientes de lo duro que era para la gente estar en el hospital en esas fechas. Para él lo principal, aparte de haber pasado ya lo peor, sería ver a su familia a su alrededor, sin dejarle solo ni un momento. Su hijo transformando la cena que ya estaba preparada en bocadillos y similar para poder tomarsela con él luego en el hospital.

La suerte que muchas veces tenemos en la vida, no la vemos, y nos quejamos y quejamos...

Felices fiestas a todos. 

PD. Y se otro que también ha estado este finde en hospitales. Espero que todo haya ido bien.
PPD. Y, cuando uno se imagina en la silla del anciano, solo en un hospital, encuentra razones para que todo el mundo quiera tener hijos.

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