Ver dentro de los ojos, descifrar las miradas. Saber realmente lo que la gente piensa, independientemente de caretas y disfraces. Darse cuenta que el lenguaje oral es sólo la banda sonora de la conversación, y que lo importante subyace esperando. Olvidar los gestos, olvidarlo todo. Leer la pupila como si fuera un libro en nuestro idioma. Saber con certeza plena lo que recorre la mente de los demás. Aterrorizarse.
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