sábado, 17 de julio de 2010

El agua en calma

Una piscina solitaria en mitad de ninguna parte. Algo de cesped alrededor. Casi de noche. Los últimos rayos de sol raspando las quemaduras de mi espalda. Mis pies, sumegidos en el agua de la inmóvil piscina. La superficie casi estática, casi rígida. Imperturbada. Un espejo en el que podría mirarme si me inclinara hacia delante en vez de hacia atrás.

Chicharras y grillos como únicos compañeros acústicos. Un ocasional y lejano pájaro. El mundo detenido en verano

Agitar la pierna, ver las burbujas, las ondas en la superficie. La calma, rota, por un instante. Al siguiente, todo vuelve a su estado natural. Una escultura urbana. Un paisaje congelado. Sólo se mueve el sol, escondiéndose despacio.

El día acaba.

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