domingo, 13 de marzo de 2011

todo pasa, todo queda

El tiempo vuela, vuela a una velocidad tal que a veces no somos capaces ni de darnos cuenta y nos parece que todo se ha congelado. Pero no. Según nos van saliendo canas en el pelo, según nos van brotando velas en la tarta, la velocidad de las agujas del reloj se dispara. Lo que antes tardaba meses, ahora sucede en un día. Lo que pasaba una vez al año, ahora puede repetirse en la misma semana. La juventud parece una etapa frenética, pero cuando acaba, es cuando el tiempo pierde parte de sus restricciones, de sus ataduras y arrasa voraz, devorando instantes y a nosotros mismos sin que nos demos ni cuenta. Crecen civilizaciones y caen imperios en segundos, igual que nosotros nacemos y morimos demasiadas veces a lo largo de un año. El tiempo que, cada vez más, percibimos perfectamente como se va quedando atrás, tan de golpe.

No hay comentarios: