Saliendo por Madrid

Habiendo acabado exámenes, estaba claro que había que salir este fin de semana, así que allí nos fuimos. El viernes, sólo los tres valientes (Pepe, Paino y yo) y el sábado ya tuvimos más apoyos, con Carla, Mendi, Luis e Ibarz.
Como el viernes el tiempo estaba algo inestable, en vez de ir vagando de un sitio a otro, decidimos irnos a cenar por la calle Libertad. Obviamente, en el Bazar ya no había hueco, así que probamos en Circus , un bar especializado en noodles. Pepe tardó en darse cuenta que eso significaba comer con palillos, aunque tardó poco en pedir un tenedor.
Respecto a la comida, yo debo decir que acerté con lo que pedí. Mis noodles estaban bien, y el helado de mango era barato para lo que suele ser habitual y estaba bastante aceptable. Sin embargo, Pepe y Paino no tuvieron el el mismo éxito. Los noodles que Paino pidió estaban en sopa, y humeaba. Ideal para enero. Los de Pepe simplemente eran un sabor que no le gustó. Pero lo peor no fue eso para ambos. Pidieron un sorbete de limón al sake y resultó que, además de esos ingredientes, llevaba algo más de un sabor muy desagradable. Pobres desgraciados.
Como curiosidad, las mesas se comparten. Obviamente, no hablamos con los de al lado. Si hubiera sido un grupo de mozas, seguro que hubieran querido charlar con tres auténticos machos.

Después de cenar nos fuimos al Chesterfield Café, donde se estaba muy bien, porque estaba medio vacío. Primero hubo un grupo destrozando canciones y luego ya musiquilla española para bailotear. Sólo bailaban cuatro mozas, pero bueno.

El sábado nos fuimos a jugar al billar, actividad en la que sigo siendo lamentable. Después al Ginos, a nutrirnos y finalmente al Alpisco, sitio clásico entre los clásicos por el que hacía siglos que no pasabamos. Agradable velada, sin duda. Posiblemente más placentera que las 62.13 millas de la semana que viene.