apareciendo al fin, coronando la cumbre. El día ha llegado y los
relojes empiezan de nuevo a girar después de haber dormitado durante
horas. El ritmo crece, la hierba crece, los insectos crecen. Crece el
sonido del agua que genera el deshielo, crece el número de pájaros que
trinan. Las flores se giran deseosas hacia el sol, casi ansiosas. La
hierba, húmeda aún por el rocío, muda su tono de verde por uno
brillante, entusiasta. Las nubes juegan con sus formas y sus
tonalidades, describiendo figuras mitológicas, seres inexistentes,
mensajes a otros valles.
Un hombre, solo,contempla como la naturaleza se alza exhuberante ante el.
Se aleja lentamente. Por la tarde debe volver a la ciudad, donde el
mundo mengua despacio, ridiculamente despacio. Opresivamente despacio.
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