aire escapar de mi cuerpo, veloz atravesando mi boca. Sentir
empequeñecerse el mundo, notar el dolor, creciendo dentro, no poder
hacer nada. Totalmente inesperado, brutalmente violento. Arden las
entrañas, el alma. Poco queda en pie. Aparecen lágrimas en la mejilla,
ansiosas por caer al suelo y abandonar ese cuerpo que se desintegra.
Minutos antes, la paz del hogar.
Segundos antes, el teléfono sonando.
La realidad golpea sin guantes ni árbitros. Juega sucio.
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