Sobre el cielo de Madrid, una cometa, planeando entre sus balcones, cubriendo ocasionalmente alguna ventana. Flotando libre sin cuerda que la maneje, sin niño que desde el suelo la controle.
Volar sobre la ciudad, sobre sus gentes, vigilante. Conseguir que toda esa gente pegada al asfalto, hundida en las aceras derretidas, alce la vista al cielo y, por un instante, dejen volar sus pensamientos al compás de la brisa, meciéndose junto a la cometa.
Caerá en algún momento. Habrá otras.
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