domingo, 19 de septiembre de 2010

Que empiece la función

La representación fue un éxito y el telón cayó por última vez entre grandes aplausos del público presente. Como siempre, nos mantuvimos fieles a los rituales que nos marca nuestra profesión, nuestras manías y nuestras costumbres que creemos garantizan la buena suerte. Noche de éxito era noche en el bar de la esquina, cada uno con su consumición concreta, con las mismas tapas, de pie en las mismas posiciones en torno a la barra.
Allí empezaba nuestra segunda actuación del día: demostrar una falsa cordialidad que había dejado de existir hacía meses, realizar unos movimientos para evitar las confrontaciones muy sutiles, casi coreografiados. Sonrisas de plástico y espuma de cerveza, frases enunciadas con tonos impostados. Relaciones fingidas, Vacuidad y cinismo.
Si nuestro público pudiera vernos en ese bar representando una falsa vida, estaría quince minutos aplaudiendo, puestos en pie. Extasiados.
Cuando dejamos el bar y nos dispersamos cada uno a nuestra madriguera particular, me arrepiento del día que acepté este papel, esta vida. Uno nunca sabe cuando algo es verdad o mentira. Casi siempre es todo un escenario.
Mañana el público volverá a ponerse en pie. 

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