miércoles, 12 de noviembre de 2008

Como un cubo de Rubik

Tengo encima de la mesa mi pobre cubo de Rubik, mayor por los años sin usarlo, con unas articulaciones que piden a gritos ayuda para volver a deslizarse. El cubo, otrora con todas sus caras iguales, ahora solo tiene un lado compuesto, el rojo.

El cubo de Rubik es algo que parece terriblemente sencillo, pero que, si no tienes ni idea de cómo manejarlo, se convierte en algo aleatorio, con consecuencias impredecibles en cada cadena de movimientos. Es una preciosa metáfora para la vida. Hay veces en la vida que parece que todo queda alineado y que con un movimiento más va a quedar resuelto, y de pronto descubres que, sin saber muy bien como, el cubo está de nuevo como al principio.

Es extraño el gran parecido que puede tener con la vida el jodido artefacto. Hay dos fichas que tu crees que haciendo una serie de movimientos vas a alejarlas, y lo que al final consigues es dejarlas juntas pero con las posiciones levemente cambiadas y has alejado otras que ni pensabas que intervenían en la jugada. Posiblemente, porque no te importaban.

La gran diferencia es que alguien puede enseñarnos a hacer cubos de Rubik, pero a vivir tenemos que aprendernos los giros nosotros solos.

 ( pd. El cubo de Rubik que hay para el iphone gratis es un timo. Sólo pone cubos de 2x2 )

Pondría fotos del cubo de Rubik, que he estado antes jugando con la cámara y él, pero vamos, todos sabemos como es el cubo re Rubik. El que no lo sepa, que aproveche la navidad para pedirselo a los reyes magos.

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