lunes, 15 de marzo de 2010

Buscando un destino



Mi vista ya no distingue las carreteras, apenas se si atravieso una comarcal, o una autopista. ¿ Acaso es esta la primera vez que paso por este pueblo ? ¿ Acaso le importa a alguien ?

De vez en cuando los neones asfixiantes de un club de carretera me devuelven a la realidad que se desdibuja debajo de unas sábanas, entre los muslos de una mujer. Son sólo recuerdos y sensaciones por las que no pienso pagar falsificados. Allí los coches se detienen, vacíos, y nadie con alma sale de los coches. Yo sigo mi camino, también sin alma, convertido en un mero caparazón de piel y huesos.

En un punto, la carretera dará paso a una incorporación, a la entrada a una ciudad, a una rotonda, a una avenida, a una calle, a un garaje, a una plaza, a un hogar, a un sofá, a un hueco a tu lado, a tu boca, a tu lengua, a tu tacto, a tus escalofrios en mi piel, a un destino.

Por ahora, sólo queda adelantar camiones, mirar la aguja de la gasolina, y desear que se acabe pronto, da igual donde.

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