Sólo estaba por delante la carretera. Había un principio, pero sin ningún destino conocido. Sólo dejarse llevar, irse a dormir por la noche en una ciudad y abrir los ojos en otra, pasando de un hotel céntrico a uno de carretera, de comer en sitios conocidos a tabernas donde apenas entran lugareños.
La carretera delante, la vista fija en sus curvas y sus paisajes. Dejarse llevar, viajar acompañado sin tener que preocuparse por el día de mañana. ¿ Qué más da Ávila que Salamanca, Zamora que Ponferrada ? Las horas pasan igual de rápido en cualquier sitio al ritmo que marca el cuentakilómetros. Puede llovernos en la Coruña, puede el alcohol vencernos en Santiago. Puede todo girar al ritmo que marcan las notas del órgano de la catedral.
Al final, queda retirarse. Valladolid, Segovia, Madrid... completar el círculo.
Viajar, de un lado a otro, de una cama a otro, de un despertar a otro.
Viajar sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario