jueves, 27 de enero de 2011

Revoluciones

Cuando uno ve las imágenes de las revoluciones de Túnez y las revueltas del Cairo, hay que preguntarse qué camino van a seguir. Siempre se espera que se consiga una verdadera democracia, una libertad máxima de la gente, una occidentalización del país. Y lo que se teme es lo que pasó con Irán, que la revolución de paso a un gobierno donde dios ordena y manda a través de unos hombrecillos que se aprovechan de sus designios. 

Leía el otro día que las revoluciones en los países pueden triunfar cuando el sueldo de un soldado raso está claramente por debajo del sueldo medio. Si un soldado recibe mucho más dinero que cualquiera de sus vecinos, tendrá incentivos para salir a la calle a defender al gobierno. Si recibe menos, casi le interesa el cambio de régimen. 

¿ Quién puede atreverse siempre a jugarse la vida ? Los fanáticos, los iluminados por su divinidad favorita. Los peligrosos. 

Ojalá consiguiéramos dejar la religión fuera del gobierno y las leyes. Cada cual que crea lo que prefiera, pero que no lo imponga. Y todos felices y sin estarnos continuamente agrediendo.

1 comentario:

Javi dijo...

Mario, totalmente de acuerdo, excepto que los que mandan en Irán no son ni iluminados, ni fanáticos son simple y llanamente hijos de puta. La religión debe estar separada de la política, de acuerdo, pero no es excusa para que la sociedad se organice a través o alrededor de ella. El ejemplo es que el gobierno iraní sí la utiliza como excusa y la opinión pública carga las tintas contra el integrismo y, por ende, contra el Islam, pero se confunden al pensar que es la religión en la política el problema. El problema es que un totalitarismo siempre es un totalitarismo y los hijos de puta siempre son hijos de puta. Ahí debemos saber separar religión en la sociedad e hijoputismo.