miércoles, 27 de junio de 2007

Lo que hemos aprendido de la semana

Esta semana empezó con el post que ya mencioné de mi amable vecino, que condicionó ya mi post anterior y los siguientes, como se puede ver. Es bueno ver que uno no es el único que está de la misma forma. Mal de muchos, consuelo de tontos, suele decirse. Aunque yo no creo que aquí haya un mal. Tener las cosas claras y luchar por aquello que quieres, aún cuando tengas la sensación de que te vas a dar la torta, no puede ser malo. Lo malo es quedarse quieto en un rincón sin atreverse a echarle valor a la vida, agarrotado por los temores, los miedos o las decisiones erróneas que no nos atrevemos a cambiar.

De todas formas, hoy quería volver al post de mi amigo por un detalle que descubrí al día siguiente, que el peor día de su vida había sido por un problema de su pater, que creo ya subsanado (perdona que no te haya llamado, pero soy un desastre. Para cualquier cosa que necesites, sabes donde estoy). Lo podemos pasar mal por las relaciones amorosas, pero hay otras muchas cosas que tenemos, que damos por hechas, y que si las perdiéramos si que sufriríamos de verdad. Lo dijo Maslow, en esa pirámide que recuerdan ahora en un anuncio de coches. El amor tiene varios peldaños por debajo, varias necesidades que si no están cubiertas no tendría sentido plantearselo. Y hay que recordarnoslo de vez en cuando.

Otra cosa: la frase largamente debatida de un clavo saca a otro clavo. Por ahora, las mujeres defienden que no, y los hombres que sí. Yo defiendo el no, que para eso tengo un lado femenino muy potenciado (totalmente compatible con mi gran virilidad, por supuesto). Los clavos pueden sustituirse, pero las personas son únicas e irrepetibles, salvo gente especialmente gris (y esa, ¿a quién le importa?). Cuando te has acostumbrado a "tu clavo", es muy difícil cambiarlo. Y te gusta tenerlo clavado, aunque duela. Yo quiero mi clavo, que aunque crea que está a punto de caerse, intentaré, no se muy bien como, mantenerlo clavado. Y que duela durante mucho tiempo.

Por último, en las dos últimas semanas he confirmado que tres amigos míos, con las que ya me llevaba bien, son realmente geniales y están cuando hacen falta. No hay mal que por bien no venga, que suele decirse (tercer refrán del día, esto empieza a parecerse a Eloísa está debajo de un almendro. Los que no lo hayan leído que partan ahora mismo a buscarlo sin demora). Gracias por todo. Pongo una frase enviada por uno de los tres, parte de las que me han animado la semana:
"En el fondo son las relaciones con las personas lo que da valor a la vida".
Con amigos como los que tengo, mi vida vale mucho. Muchísimo.

1 comentario:

MnGyver dijo...

Aunque todavía no hemos acabado la semana, el resumen me parece bastante correcto. En mi caso añadiría el hecho de estrujarme los sesos en el curro sin sacar mucho, y luego llegar a casa para seguir currando.
Por otro lado, he dicho muchas veces que uno se puede arrepentir de lo que ha hecho, pero se arrepentirá mucho más de lo que no se atrevió a hacer.