jueves, 26 de noviembre de 2009

Castillos en el aire


Un castillo en mitad de una llanura. Una fortaleza para defender todo aquello que abarca la vista, para atemorizar a los enemigos, para proteger a los vasallos. Unos gruesos muros que aguantarán cualquier ataque, unas torres inexpugnables.

Pero el enemigo es sutil, no ataca directamente. No carga contra aquello que sabe invencible, sino contra la población de alrededor, contra los campesinos en sus casas. A estos, viendo la estrategia, no les queda más remedio que correr hacia el castillo, pedir asilo. Las puertas se abren para ellos, y hordas de campesinos llenan todos los rincones de la fortaleza. El campo de alrededor queda vacío, las casas, despobladas. Algún animal suelto vagabundea curioso.

El enemigo se sabe ganador. Su ejercito sitia el castillo, impide la entrada de víveres, de aprovisionamientos. Mientras tanto, el exceso de población que tenía en su territorio, ocupa de nuevo las deshabitadas chozas que quedaron. El campo vuelve a ser cultivado, el molino gira, el horno, empieza a hacer pan.

El castillo se convierte en una tumba de la que sus defensores no pueden salir. El hambre y las enfermedades van acechandoles y golpeandoles uno a uno. Ni siquiera se permiten algún gesto heroico contra los sitiadores. Se mantienen orgullosos dentro del muro, castigados por su inoperancia, pero felices de no ser muertos por el enemigo, sino por sí mismos.

El enemigo nunca llego a saber cuando murió el último habitante del castillo.

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Hay fotos que tocadas un poco, aunque se note claramente, ganan bastante...

Es difícil dormirse a medio día, el cuerpo se niega... Esperemos que hoy se le haga más fácil y descanse un poco más, sólo un poco más.

Primer libro leído. Mañana, el segundo. Iré contandolos por aquí agrupados...

Sean felices, seanlo allá donde se encuentren... Yo intentaré lo propio desde aquí...

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