Nuestra selección de baloncesto llevaba varios años merodeando las zonas altas en las grandes citas, pero por una u otra razón, nunca lográbamos llevarnos el oro a casa. Hoy, y en un mundial, lo hemos conseguido.
Si no fuera porque era una final, el partido habría carecido de emoción: España ha arrollado a Grecia, casi doblándola en puntos en el descanso. En la segunda parte han bajado el ritmo, pero no han dejado que la distancia se redujera en ningún momento.
España ha jugado sin Gasol, como en el último europeo. Al igual que entonces, me gusta más el juego cuando él no está. No hay una estrella, por lo que todos tienen que trabajar más y asumir más riesgos. Y se ven obligados a defender como hoy, que no han dado respiro a los griegos. Además, con una defensa muy trabajada tácticamente, porque apenas han hecho falta. Un gran trabajo del entrenador, sin duda.
Y hablando de Pepu, me quito el sombrero por este hombre. Acabo de leer que su padre había fallecido horas antes de empezar el partido y aún así se ha podido sentar y trabajar sin habérselo dicho a nadie. Por eso estaba tan emocionado en el podio. No dijo nada a sus jugadores para que vivieran la fiesta de la final sin ninguna preocupación adicional, sin querer llevarse él ningún protagonismo. Si en este mundial se diera el trofeo de la deportividad, para él enterito.
Y el año que viene, europeo de baloncesto en Madrid. Sin Argentina ni EEUU, nadie debería bajarnos de nuestro puesto.
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