Pues ya he vuelto de mi viaje relámpago a Irlanda: 41 horas en la isla verde. Si no fuera porque tengo allí a mi novia, sería bastante improbable que hubiera ido tres veces en el mismo año para allá, pero así son las cosas.
Podría buscar algo que contar sobre el viaje, pero es que son tan rápidos que tienen poca historia. Diré que el albergue era mejor que el de la otra vez, y estaba a 50 metros. Las habitaciones eran bastante grandes, y el ambiente era agradable. Quizás el único pero eran los baños, algo fríos. Eso, y que no dieran toallas, que costaban dos euros. Para una semana no duele pagarlos, pero para dos días...
Dublín me sigue pareciendo una ciudad en la que, salir a cenar fuera, es caro. A lo mejor un día me pongo a comparar precios y llego a la conclusión de que lo mismo en Madrid implica gastar más dinero, pero lo veo improbable. La diferencia está en que en España a medio día comes bastante, mientras que allí te tomas un sandwich, lo que supone cenar bastante más. Y quitando el McDonalds no hay alternativas baratas: cenamos en un chino de comida rápida: un rollito primavera, un chow mein (o como se escriba), y pollo con curry. 23 euritos.
Y dicho esto, lo mejor del viaje, como puede suponerse, es ver a mi querida novia (si no digo algo, seguro que me mata). Sigue tan friolera como siempre, así que me temo que va a pasarlo mal en Diciembre. Para los que esteis sin noticias de ella (es decir, todos), se examina del First el 8 y 9 de diciembre, y está currando de voluntaria en una tienda de Oxfam. Como novedad, está pensando en quedarse allí el año viene. Ahora solo tiene que conseguir un trabajo que le permita mantenerse allí. Me temo que si se queda me tocará seguir volando a Dublín. Acabaré cogiendo cariño a ese pais de borrachines...
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