Ayer, aprovechando que el aire acondicionado decidió volver a funcionar en mi casa, organizamos lo que en principio iba a ser una tarde-noche friki. Claro, que esas noches se sabe como se empiezan, pero no como se acaban.
El caso es que acabamos divididos en tres grupos: los que jugaban a juegos frikis ( Caracassone y Bang!), los que jugaban a la wii y los que nos dedicábamos a ver vídeos de cuando teníamos nueve años menos. Sí, los dieciocho años, cuando aún éramos jóvenes y todo parecía bonito y fácil. Qué demonios, todo era bonito y fácil.
Si alguien lo duda, que se desengañe: hemos cambiado, y físicamente, claramente a peor. Ahora deberíamos empezar todos una dieta a base de hojas de arce y huevas de caballa para recuperar esos 75 kilos. Por otra parte, ¿ qué tiene de malo pesar lo que pesamos ahora? Desde que se inventó el índice de masa corporal, el truco no es pesar poco, sino decir que mides más, que es mucho más improbable de que alguien te lo rebata. Obviamente, siempre y cuando no te añadas diez centímetros, pero cuatro o cinco se los cree todo el mundo.
Lo mejor de estos vídeos antiguos no es lo que ves, sino lo que recuerdas. Esa atmósfera en la que te pasabas todo el día rodeado de amigos, pasándolo bien y disfrutando. En la que no había preocupaciones reales. ¿ De quien sería la estúpida idea de crecer? Si es que a esa edad no te falta de nada (salvo dinero, quizás). Vamos, que daba gusto tener exámenes. Ese sacrificio valía la pena.
Cambiando de tercio: GaGa, siento que pienses que con el post de cuestiones de la piscina trivialicé tu punto de vista. No fue mi intención. Con mi manía de no extenderme en los posts intento condensar todo en pocas líneas y mi pericia tampoco es excesiva, por lo que es normal, aunque desafortunado, que se pierdan matices. Mis más sinceras disculpas.
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