Estoy leyendo, y casi acabando ya el libro que da título a esta entrada, en el que no se dice como ser feliz, sino cómo funciona nuestra mente y cómo interpretamos los hechos. Muy interesante, sin duda, y muy cierto.
Se podría contar cada dato, cada anécdota, pero me quedo con dos, que son curiosas, pero tremendamente ciertas. La primera se refiere a que nos es mucho más fácil escuchar insultos sobre nosotros mismos que sobre alguien a quien apreciamos. Cuando nos afectan directamente a nosotros, activamos nuestras defensas, los reinterpretamos, los justificamos. Buscamos argumentos que justifiquen lo que estamos oyendo ( sí, podemos llegar a dar las gracias porque alguien que nos está poniendo a caldo sea sincero con nosotros ). En cambio, cuando oímos lo mismo sobre otra persona, nuestras defensas no saltan, y se nos hace mucho más difícil reaccionar y aceptarlo. Doy fe de que es cierto.
La segunda anécdota acabo de leerla, y es casi vox populi. Es la importancia que tiene el final sobre el resto en cualquier cosa. Los ejemplos que venían eran bastante curiosos, con gente sumergida en agua helada durante dos minutos y luego medio en agua templada que consideraba mejor la experiencia que aquellos sumergidos en agua helada durante un minuto, y nada más. Esta claro que lo último es lo más cercano, que el resto de la memoria difumina todas las experiencias, pero hay veces que quedarse sólo con lo último corrompe totalmente un hecho, una experiencia.
Curioso como funciona nuestra mente para intentar maximizar la felicidad, que a fin de cuentas, es lo que todos buscamos, sea como sea.
Se podría contar cada dato, cada anécdota, pero me quedo con dos, que son curiosas, pero tremendamente ciertas. La primera se refiere a que nos es mucho más fácil escuchar insultos sobre nosotros mismos que sobre alguien a quien apreciamos. Cuando nos afectan directamente a nosotros, activamos nuestras defensas, los reinterpretamos, los justificamos. Buscamos argumentos que justifiquen lo que estamos oyendo ( sí, podemos llegar a dar las gracias porque alguien que nos está poniendo a caldo sea sincero con nosotros ). En cambio, cuando oímos lo mismo sobre otra persona, nuestras defensas no saltan, y se nos hace mucho más difícil reaccionar y aceptarlo. Doy fe de que es cierto.
La segunda anécdota acabo de leerla, y es casi vox populi. Es la importancia que tiene el final sobre el resto en cualquier cosa. Los ejemplos que venían eran bastante curiosos, con gente sumergida en agua helada durante dos minutos y luego medio en agua templada que consideraba mejor la experiencia que aquellos sumergidos en agua helada durante un minuto, y nada más. Esta claro que lo último es lo más cercano, que el resto de la memoria difumina todas las experiencias, pero hay veces que quedarse sólo con lo último corrompe totalmente un hecho, una experiencia.
Curioso como funciona nuestra mente para intentar maximizar la felicidad, que a fin de cuentas, es lo que todos buscamos, sea como sea.
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