Desde mi ventana veo estrellas diferentes a las que puedes ver tu antes de echar las cortinas. Y las nubes que a mi me cubren de vez en cuando, es probable que nunca lleguen a estar delante de tus ojos.
Estamos demasiado lejos en estas fechas, separados por llanuras, ríos, montañas... Miles de kilómetros que hacen que si quiero verte no me quede más remedio que buscarte en una pantalla de catorce pulgadas. Tampoco aquí apareces.
Confío en recibir de pronto un mensaje tuyo, una señal, una chispa de ilusión en este claro en el que no hay nada, miento, dicen que animales salvajes de varios tipos: ciervos, jabalíes, ingenieros. No queda muy claro cuál está más avanzado en la escala evolutiva.
Quiero saber de ti y no puedo. Quiero preguntartelo, y no debo. Quiero hartarme de ti y desear que nada hubiera pasado, pero ya es imposible. Quiero eliminar eso que noto crecer dentro de mi, porque creo que acabaré teniendo que vomitarlo en una esquina cualquiera, en una noche indeterminada. Sentimientos, los llaman.
Querría que esta Navidad mi único regalo fuera un mensaje tuyo, diciendome que queremos lo mismo, atrevernos por ese camino que yo intento trazar en los mapas y que tú no reconoces por ningún sitio.
Supongo que, otro año más, mi regalo será carbón, que es lo único que me merezco.
***************************
Para los demás, para aquellos que pedís regalos a Papa Noel, que os traiga aquello que más necesiteis y más felices os haga.
Os iba a decir que Feliz Navidad, pero ECM me ha reñido hoy por quincuagesimo tercera vez, y le voy a dar la razón: feliz resto de vuestros días. Que seais tan felices como hagais a los demás serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario