sábado, 8 de agosto de 2009

Arenilla que vuela, que araña, que hiere...

Hay un momento del día en que el mar se funde con el firmamento, en
que el cielo y el infierno se unen y fluyen, difusos, en los remolinos
de tu pelo. En ese instante, el pecado deja de ser algo negativo y se
convierte en una necesidad, una orden del cuerpo y del alma. Tocar,
morder, tal vez gritar y convertir un segundo en el infinito. Hacerse
uno con el cielo, el mar, la arena y tus caricias...
---------------
En mi cuarto en Benicassim, donde el tiempo parece detenido hace años.
Es como si no hubiera sucedido nada en los últimos años, como si este
cuarto se hubiera olvidado de ver transcurrir el tiempo. Y el tiempo
ha pasado cambiando todo, a veces para dejarlo igual, a veces, para
darle la vuelta. Saudade...

No hay comentarios: