miércoles, 14 de octubre de 2009

Venezia

Venecia es uno de los destinos preferidos por las agencias de viajes. Medio planeta lo tiene marcado como destino turístico, lugar con encanto, destino romántico. Y hay que reconocer que ellos lo potencian y subsisten gracias a ello. No se que sería de toda la ciudad antigua de Venecia sin el turismo, no quedaría nada.

Primero, y siendo honrado, debo decir que Venecia me ha sorprendido. Esperaba un lugar pestilente y con muy poco que ver, y no ha sido así. No lo esperaba en absoluto como ha sido. Mejor, siempre prefiero que me sorprendan.

Venecia destaca en varias facetas: es un laberinto, difícil ir de un sitio a otro si no vas mirando un mapa o si el destino no es uno de los sitios importantes. No hay coches. Ninguno. El tráfico, el transporte de mercancías, se hace con embarcaciones ( de varios tipos ). Es chocante el no ver coches en ninguna esquina, que no haya semáforos. El hecho de que haya canales supone que hay puentes. Uno acaba harto de tanto subir y bajar puentes.

Lo dijo el recepcionista de nuestro hotel, y no iba desencaminado: Venecia es un museo en sí misma. Ya solo por sus calles, por su urbanismo, merece la pena verla. Si además a eso se le suma las joyas que tiene por iglesias, algunas maravillosas, hay pocas excusas para perderse por las callejuelas y patearse la ciudad.

San Marco es un clásico visto en mil postales, fotos y películas. Una bella plaza ( curiosa su no simetría ), con la torre del reloj, el campanile y la basílica. La basílica no es excesivamente grande, pero los mosaicos que la decoran, aparte de inesperados, son de gran belleza. Impresindible pagar la visita a la parte superior que, además de ver las esculturas ecuestres, permite ver los mosaicos desde mucho más cerca.

No puedo no mencionar lo que más nos maravilló: la Scuola Grande di San Rocco ( seguro que está mal escrito ). Son sólo tres salas, pero con unos Tintorettos espectaculares.

El puente de los suspiros, mejor no lo enseño, que estaba casi por entero cubierto por publicidad de Geox, que debe haberse gastado una pasta en su conservación.

Los dos primeros días los dedicamos a ver iglesias, museos, San Marcos, a perdernos un poco por las calles. Todo a pie. Nuestro hotel, en el mismo centro, facilitaba las cosas.

El tercero y último, ya si que subimos a los vaporettos. Gran Canal en un sentido hasta el Lido, volver por el lateral norte de la isla, ir a Murano, Burano y Torcello ( como curiosidad está bien pasarse por las tres islas, pero Torcello es la más flojita ) y volver al atardecer, viendo la puesta de sol. Alguna foto maja quedó de este último tramo.

Eso sí, todo muy orientado a los turistas. Era difícil salirse de la zona turística e, incluso fuera, seguías con la sensación de que todo estaba pensado para los de fuera. ¿ Cómo vivirán los venecianos ?

Mañana pongo fotillos...

Besos desde Madrid, sobre todo, a ti, claro, ¿ a quién si no ?

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