Y en ese silencio, que sólo se rompe esporádicamente por el contacto de tus labios con los míos, me miras, juguetona, inquieta y hablas:"tengo que ir al baño"
La realidad vuelve, de golpe y en carrera. El hechizo se acaba y todo vuelve a ser esa discoteca, esas cuatro de la mañana de una ciudad cualquiera de provincias. Y tú te vas al baño mientras mis labios saben a esa última cerveza que te has tomado. Ojalá recuerde tu nombre cuando despierte mañana...
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