Tu amor se convirtió en un gato negro con las orejas blancas que, cada noche desde que te fuiste, se deslizaba por la terraza, se hacía hueco por la ventana entreabierta y se colaba en mi habitación, que tan bien conocía.
Verlo día tras día, me recordaba cual había sido nuestro gran problema: soy alérgico a los gatos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario