Hoy venía en todos los periódicos una preciosa noticia referente a que los niños ya no van a poder sacar un cero como nota de una asignatura. Como poco, un uno, porque si han ido a clase, algo habrán aprendido. O al menos eso supone el creador de la estúpida norma.
Si un alumno saca un cero en un examen es porque, claramente, no ha aprendido nada en clase. Absolutamente nada. Porque los profesores no quieren poner ceros, y si ven que hay un mínimo conocimiento detrás, pondrán algún puntillo para intentar motivar al alumno y que se esfuerce.
Perdón, he mentado el esfuerzo. El problema es que la cultura del esfuerzo se ha perdido. Exigir a un alumno ya no está bien visto. Ahora hay que cuidarles, no suspenderles para no traumatizarles y que pase los cursos independientemente del número de suspensos. Hay que convertir los estudios en algo fácil para que toda la masa pueda seguir a la vez.
Obviamente, el nivel de la enseñanza que puede impartirse con alumnos que pasan desmotivados y deseando no hacer nada jamás podrá ser elevado. Y no podrá ser un buen nivel ni para la media de los alumnos ni para los mejores, que tendrán que optar por irse a un colegio privado donde exijan algo más, si lo encuentran.
Eso sí, luego todos querrán ser universitarios. A lo mejor en ese momento es cuando ya empiezan a encontrarse con los ceros que les corresponden...
Aunque como ha dicho un compañero de trabajo hoy: "mejor, que sean todos idiotas. Así tendremos el trabajo asegurado."
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