martes, 21 de julio de 2009

sol, sol y sol

El calor es esa sensación que no nos deja seguir adelante y nos hace buscar una sombra, una botella, una brisa. El calor es esa fuerza que nos obliga a bajar los brazos, a reducir nuestros movimientos, a hacer que cada segundo pase más despacio que el anterior. No se puede escapar del calor: hay un límite a la cantidad de ropa a la que podemos renunciar, la sombra de la calle no está en todas partes. Puedes poner el aire acondicionado, pero siempre sabiendo que muchas veces ese frío va a destrozarnos al salir a la calle, donde el frío, salvo dentro de los coches, no va a existir. El peatón contra el sol en ese eterno duelo perdido de antemano.

Todo el año queremos que llegue el verano, pero realmente, lo que queremos, es que lleguen las vacaciones, se vacíen las ciudades, la vida transcurra más lenta. Detener un poco nuestro loco ritmo anual, obligados, sí, pero a fin de cuentas, más tranquilos.

El calor pegajoso como es, nos recuerda a vacaciones, a infancia, a juegos y a felicidad interminable. Sufrimos, pero con una absurda sensación de felicidad. Sonreímos mientras las gotas de sudor caen por nuestro rostro. Menos mal que el otoño está ya cerca.

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Ayer jugué al fútbol a las diez de la noche. Disfruté como un enano, aunque acabé cansado hasta el extremo y sudando como pocas veces. Placer en el dolor y en el sufrimiento! Hasta metí un gol, no digo más.

¿ Acabará alguna vez esta semana ? Me falta tanto ritmo en el trabajo que parece que el día tiene millones de horas...

Besos.

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