Vimos Arles, después de buscar un hueco y conseguir aparcar a mil
kilómetros de las atracciones turísticas. Toco pasear para ver el
teatro y el circo romano. Algo caros, pero bien conservados, dado que
se usan. De hecho, en uno había gradas de plástico y en otro n
escenario. Lastima, aunque siempre será eso mejor que el abandono.
De allí, nos hemos ido a Avignon, a ver señoritas. Hemos empezado
metiendonos con el coche por una zona semi-peatonal por la que era una
hazaña avanzar. De allí, a un parking donde los huecos tampoco es que
fueran para aparcar dragones negros.
Ya a pie, bueno, sentados comiendo, hemos podido ver el ambiente del
festival off de teatro: decenas de compañías de teatro, recorriendo
las calles para que la gente vaya a ver sus obras. Algo agobiante,
sobre todo por el calor, pero era una pasada el ambiente que había. Me
hubiera encantado saber algo de francés para haber visto alguna.
En vez de teatro, nos hemos ido a ver el castillo papal y el puente de
Avignon. Caluroso el primero, lo que no ayuda a disfrutarlo, timo el
segundo, timo claro. Pagar por ese puente... Pues no, mire.
Cochecito y a Marsella, ultima parada de este viaje. Mis compañeros
algo atemorizados con la fama de la ciudad, nos ha faltado quedarnos
encerrados en la habitación con la puerta bloqueada. Luego hemos visto
que estábamos en zona medio pija, y hemos cenado en el restaurante mas
pijo del viaje con diferencia. Me he tomado una Boullabisse, que tenía
ganas, pero bueno, los pescados, algo sosones. La sopa excelente, eso
si. Algo lamentable que en sitio pijo te dejen sin postre porque
claamente han cerrado la cocina a las 23:00 de la noche. Igualito que
en España, oiga.
Si todo va bien, los dos cuerdos de este viaje se volverán a Madrid y
los dos tarados nos iremos a Escocia. Mañana, si todo sale según lo
previsto, crónica desde Edimburgo.
Besos para todos. Besos para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario