sábado, 21 de junio de 2008

Amanece, que no es poco

De bar de viejos en bar de viejos, buscando cañas y algo sólido que llevarse a la boca. De terraza en Olavide a bar de copas baratas. De vagar por las calles a acabar en un sitio por Chueca. De volver a ver, otra vez más, amanecer sobre mi ciudad.

Ese es un rápido resumen de la noche de ayer, en la que parecía inicialmente que iba a haber una cena y acabamos con un plan muy similar al habitual. En bares distintos, sí, y tomando mollejas y oreja, que se aleja un poquillo de lo común. Además, con eso de que ya es verano, inauguramos nuestra particular temporada de terracitas en Olavide, donde pedimos la primera horchata del año. La horchata se sirve fría y sin hielos, amigos de los bares, cualquier otra cosa es delictiva y merece daños físicos.

La noche la acabamos buscando algo abierto, hasta que encontramos un bar de Chueca donde, como era previsible, no vimos a ninguna pareja heterosexual enrolllandose, y eso que vimos bastantes contactos físicos. Los dos únicos acompañantes que me quedaban a esas horas recibieron sendos ataques, sin éxito, claro. Yo, como es previsible y lógico, el único ataque que recibí fue el que el alcohol provocó en mi cartera.

Nos echaron, después de darnos bocadillitos y una botella de agua, un detalle, y nos fuimos a Cibeles, a coger un bus para volver a casa, mientras se empezaba a adivinar el sol, y amanecía, que no es poca cosa.


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