Hemos pasado el fin de semana en Córdoba, despidiendo la soltería de Peter Pan, el doctor vaquero seductor, JPL o cualquier otro apodo que sirva para referirnos al mismo y entrañable tipo que se nos casa en un mesecillo y poco más.
El plan era sencillo, ir a Córdoba, cenar algo, salir un poquito, irnos a la casa rural, descansar brevemente, paintball el sábado por la mañana, barbacoa, ver ganar a España, nochecilla en la casa rural, dormir para el viaje, mañanita tranquila y volver, volver...
Nos ceñimos al plan cual lapa agarrada a su piedra, hay que reconocerlo. Incluso castigándonos más de lo previsto inicialmente. Primero, simplemente llegar a Córdoba, después de todo un día de curro, ya suponía paliza. Pobres conductores ( gracias! ). Después, en Córdoba aparcamos a unos 20 minutos del sitio donde teníamos reserva para cenar. Agradable paseo, sí, pero eso ya era irnos cansando un poquito más. El sitio de la cena, espectacular. Desde fuera parecía el típico bar cutre con una terraza gigante, pero al entrar, resultaba que dentro también había espacio para cienes de personas. Acojonante el tamaño del sitio. Como curiosidad, las camareras llevaban aparatito electrónico para tomar nota. Y menos mal. Muy bien de precios, y buena comida, curiosamente, lo mejor la ensalada que ponían de acompañamiento en cada plato. Las copas normales a 3.5 euros, así que allí cayó la primera.
Antes de irnos, el novio ya iba vestido de Peter Pan, aunque se resistió un poquito. Hizo un amigo en un chavalín que estaba por allí, encantado de la vida. Así que primeras copas, y alguno ya empezaba a ir tocado.
Nos fuimos hasta la zona de marcha, en concreto, a la zona de marcha pija. Eso, o todos en Córdoba se arreglan terriblemente para salir. Alguna bella cordobesa había por la zona, para que negarlo. Una cadena local hizo una entrevista a Peter Pan, que nunca veremos en antena, por desgracia, y no nos dejaron entrar en algunos sitios. Conseguimos entrar en uno que no estaba mal. Más copas cayeron, recuerdo bien. Pampero con limón, mientras alguien decía que el Pampero era veneno puro. Por alguna razón extraña, nos fuimos, pero en vez de para la casa rural, para otro bar, donde nos pedimos la última mientras sonaba Julio Iglesias, Raphael, Sinatra y similares. La última copa, por cierto, no había cristiano que se la bebiera.
De ahí, para la casa rural. Eso, que podía parecer trivial, implicaba meterse 90 kilómetros de carretera en nuestra caravana de cinco coches. No había tráfico ni problemas importantes, y salvo la paliza física que supuso para los conductores ( que además tuvieron que no beber ), no fue mal la cosa. Eso sí, los últimos kilómetros por carretera de montaña, daban miedo, sobre todo cuando los labriegos de la zona se lanzaban y cruzaban la carretera. Menos mal que el tipo llevaba un chaleco reflectante.
La mayoría se fue a dormir nada más llegar, pero seis valientes, seis, nos quedamos despiertos. Música en el coche en plan macarra, copas y humo para acompañar el amanecer que no llegaba, que llegó, del que pasaron horas. El sueño desapareció como por ensalmo, y la noche se prolongó un poco más. Digamos que cuando nos retiramos finalmente, el sol pegaba a base de bien. Media hora después de meternos en la cama, una hora quizás, ya había que levantarse para el paintball. Y algunos perrearon, sí, pero fuimos, que conste.
El paintball era mortal. Demasiado calor para jugar a esas horas. Algún moratón nos llevamos, alguno más de uno, y, al final, como era preceptivo, vaciamos los cargadores sobre el novio. Creo que su estado de consciencia después de la noche anterior era tal que no le dolía nada.
Barbacoa grasienta para comer, con cero verduras. Lo más sano que había, unos filetes de pavo y una extraña salsa de menta. Y no recordaré de lo que hablamos con lo de la salsa de menta, pero hay algunos que están enfermos.
España iba a continuación, y conseguimos verla gracias a la tele por satélite en una cadena alemana. Esta vez parece que hasta ganamos partidos, pero en cuanto nos aprieten bien, desconfío terriblemente.
Lo que pasó después de España, lo desconozco, que me fui a dormir hora y media para poder aguantar la noche en condiciones. Se que al bajar había gente jugando al Bang!, el proyector montado sobre una pared con la xbox conectada, alguno comisqueando algo, y alguno dormido por algún sofá. No es que estuviéramos pletóricos de fuerzas. Recuerdo que había sangría, ciertamente...
La noche acabó pronto. Poco alcohol circuló, pocas fuerzas había. Un torneo al PES en la xbox contra el muro, algunos viendo el Holanda - Francia en la tele, algún capitulillo de padre de familia... Se notaba que el viernes nos había dejado baldados. Apenas puteamos al novio, tuvo suerte el mamón.
Del domingo, poco reseñable. Despertarse, hacer la maleta, tirarnos un poco en el suelo, baño en la piscina, comer y volvernos. Un viaje tranquilo en nuestro coche ( a alguno se le rompió la dirección asistida en Despeñaperros, pero regresaron. Gran acojone tiene que ser eso ).
Quedan detalles, pinceladas que contar, pero vamos, a grandes rasgos, este fue el finde. Otra despedida de soltero para otra boda. Mucha suerte, parejita, que os mereceis lo mejor!
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