Hay fines de semana que se olvidan antes de que empiecen. Son iguales los unos a los otros, perfectamente sustituibles con sutiles cambios en las conversaciones y el vestuario. Intercambiables como piezas de Lego en las que solo se altera el color, pero se mantiene la forma.
Este fin de semana es diferente. Diferente el viernes, diferente el sábado. Viernes en que volví a casa siendo sábado avanzado, después de amanecer. Amaneció y anocheció varias veces esa noche.
Sábado de dormir, escribir, dormir, leer. Salir un rato, menos mal, respirar. Sábado de hablar alrededor de unas tapas. Gracias por sacarme de casa, amigo. Le echaré mucho de menos cuando emigre. No sabe usted cuanto.
Fines de semana que dejan huella, donde las personas definen el mundo, donde hay palabras, gestos, momentos que son como tatuajes. Sabes que van a acompañarte siempre.
"Yo se que existo porque tu me imaginas [...] Pero si tu me olvidas, quedaré muerto sin que nadie lo sepa."
(Ángel Gonzalez)
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