Llevo una temporada medio tristón por un conjunto de razones que tampoco vienen mucho al caso. Cosas que debo afrontar y cosas que debo solucionar.
El caso es que encima, fastidiandome que al final no haya salido lo de Ortigueira, pues digamos que de ánimos, los justitos, gracias.
En esto que me llega un mensaje al móvil, y resulta que, mi querido IMM, estupendo doctor, gran amigo y mejor persona, ahora ya pasa a ser también padre ejemplar. Todo bien por lo visto para la recien nacida y para la madre. Para el padre, un tono de felicidad en la voz que desbordaba todo lo desbordable.
Ahora mismo dudo que haya nadie más feliz en la tierra. Igual, quizás, pero más feliz, es imposible. Que sepa que es contagioso, que me acaba de alegrar el día. Que me he alegrado como llevaba tiempo sin alegrarme cuando he visto su mensaje y cuando luego he oído su voz.
Un abrazo gigante, querido amigo, un beso enorme para su mujer, a la que se la quiere también un montón, y un beso para su hija. Esperemos que crezca lo más parecida a la madre que sea posible, porque como se parezca a usted, apañada va la pobre =p
No hay comentarios:
Publicar un comentario