Si hay algo de lo que hablar, sigue siendo, por supuesto, la recien nacida. Si todo sigue como hasta ahora, va a ser lo más cercano a una sobrina que voy a tener nunca. La verdad es que ayer, cuando pasamos a verla, el papi seguía exultante. A la madre también se la veía con una cara iluminada, sobre todo cuando la cogía en brazos.
A la niña apenas se la veía debajo de las mantas. Con guantes de boxeo iba incluso. Aún se la notaba algo hinchada, que la experiencia de nacer no debe ser agradable. Estás en un sitio tranquilito y relajado, con comida constante, donde no tienes que hacer nada, y de pronto te encuentras rodeado de luces, ruidos, caras desconocidas y gente moviendote de un lado a otro.
El padre me autorizó a poner una fotillo por aquí, cuando Herr Doktor me envíe una de las bonitas que sacó, la incluiré por aquí.
Respecto al hospital Infanta Leonor: está en mitad de la nada, hay que dar una vuelta absurda si vas andando y está pensado como el trasero de un madril enojado. Sin embargo, la habitación era muy maja. Y la chica que me atendió en recepción supo decirme el número a pesar de mi desmemoria.
Hubo brindis con pacharán a su salud, claro!
Confiando en que el nacimiento de la niña nos depare suerte infinita en la vida, hoy he intentado, con un compañero de curro, comprar el iphone. Hora y media después hemos vuelto con las manos vacias y varias tiendas recorridas en balde. En Sanchinarro hemos visto como vendían los dos últimos delante nuestro, snif, snif.
Habrá que beber para olvidar esa mala suerte... Lo preocupante ha sido que en todas las tiendas he visto marujas, pero marujas que jamás habría visto intentando comprar un móvil, preguntando datos. No puedo competir con ellas.
Besos para todos, sobre todo, hoy, para la recien nacida. Mi primera sobrina postiza.
( y besos también para ti, claro ).
No hay comentarios:
Publicar un comentario