viernes, 18 de julio de 2008

En el mundo a cada rato

Después de mucho, muchísimo tiempo, al fin me decidí a poner la película que da título a la entrada. Ya que me quedaba un jueves en casita, al menos me apetecía hacer algo diferente. Valió la pena.

Son cinco historias cortas sobre diferentes situaciones de la infancia en el mundo. Las impares están rodadas como cortos, con una historia autocontenida que sirve como argumento a la tesis que buscan, y las pares son casi documentales.

En la primera, en la India, aunque sabes todo lo que está pasando antes de que lo digan, ver la ilusión del chaval, como lucha por aquello que quiere, no tiene precio. Como, en esa precariedad, tiene un sueño y va a por él, independientemente del mundo que le rodea. Como peculiaridad, hacen todo el rato esos movimientos de cuello tan característicos y que nosotros somos incapaces de hacer.

La segunda es en Guinea Ecuatorial y el paludismo. Para que luego nos quejemos de los medios de la Seguridad Social.

El tercero es Siete Alcantarillas, si no recuerdo mal el título. Una niña preciosa de 3 años, luminosa, inocente, feliz, nos enseña la miseria de su arrabal y su familia, que para ella son lo mejor del mundo. Si alguien quiere ver como contar una historia en la que el protagonista y la realidad difieran, y a la vez sean lo mismo, esta es brillante ( sí, mucho mejor que el niño del pijama de rayas ). Y la niña es para hacerla un monumento.

El cuarto, en Perú. La historia de un barrio y su mercado, en el que las niñas y los niños trabajan como adultos, sin saber lo que es la escuela, ni leer, ni tener otra alternativa que no sea esa. Sí, nuestra vida es dura. Alguien debería partirnos la cara cada vez que nos quejáramos.

El quinto es el relato luminoso. Una aldea de Senegal, una niña, Binta, un encanto y su padre, que desde el primer momento sabes que es una de esas personas que valdría la pena conocer. Trata sobre la escolarización en África, sobre como es su vida, sobre sus valores. Da casi pena ver todo lo que hemos ido perdiendo al irnos metiendo en nuestras ciudades y habernos ido aislando. Perdimos la inocencia hace ya demasiado tiempo. Ojalá podamos recuperar parte antes de hacer que la pierda el resto del planeta.

Gran película, sin duda, obligada de ver. De esas que te recuerdan que el mundo no tiene nada que ver con el escaparate que conocemos, con nuestra fachada de oro. Incluso con crisis, seguiremos viviendo mejor que el 90% del planeta. También es película para recordar lo que es importante, las cosas pequeñas. Un baile, la familia, poder leer, tener oportunidades. Que los niños puedan reirse y ser niños.

Ojalá pudiéramos ser niños toda la vida, y ojalá los niños del segundo y tercer mundo tengan la posibilidad de ser niños y disfrutar de esa etapa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jo cuando me la grabaste hace tiempo la vimos en casa y es espectacular!!!

mamá se la está dejando a la gente para que la vea...

Después de verla me faltó poco a dejarlo todo e irme a la india de enfermera, pero como dice mi madre, cada uno estamos en el sitio donde debemos estar...
Un besazo, Meryfu