domingo, 1 de abril de 2007

Arreglando las cosas como los hombres: a tiros

Mañanita primaveral de paintball en Tres Cantos. Una previsión de lluvia de un 90% ha supuesto, lógicamente, que no nos cayera encima ni una gota. Claro, que para empaparnos ya estaba la pintura.

Si sacaran la película de lo que ha sucedido, dirían algo como: 16 personas. 2 equipos. 5600 bolas de pintura. Y muy poca puntería.

Como voy a soltar un tocho contando prueba por prueba, hago un pequeño resumen al principio: muy divertido. Como siempre, disparar a tus amigos es algo memorable con lo que disfrutas de una manera diría que enfermiza. Los que no habían ido nunca se lo pasaron muy bien, y yo creo que en general todos hemos acabado contentos. Quizás el más quejica es Nacho, que al final decía que el counter strike es mejor que esto. Posiblemente estuviera influido por el daño que se había hecho el solo en su tobillo.

Y ya sin más preámbulos, la crónica.

Primero, los equipos. Reglas básicas para componer los equipos: hermanos y parejas separados. La otra regla que queríamos instaurar hoy (Valle solo por haber llegado tarde) no ha prosperado. Así que dos escuadras: los que llevábamos la careta negra y los que la llevaban amarilla.

El bando negro: Luis , Juako, Carmen, Yoli, Valle, Mamen, Angel y yo.
Los amarillo chillón: Chema, Javi M., Maria, la hermana de Yoli (siento no recordar su nombre), Ibarz, Nacho, el amable vecino y Javi H.

Me centraré en contar las aventuras y desventuras del bando negro, que a fin de cuentas, es el mío. Que el amable vecino hable del suyo si tiene valor para ello.

Hemos empezado con el típico juego para ir calentando motores y pillando el pulso a las armas (como si hubiera alguna forma de apuntar bien). Cada equipo a un lado y un único proposito: aniquilar al rival. Como todos los juegos, se juega una vez por cada lado. En ambos casos se resume rápido: paliza brutal. En el primero yo creo que hemos sobrevivido casi todos y en el segundo, alguno ha muerto, pero les hemos pasado por encima. Sin objetivos en el mapa, nuestra potencia de fuego era claramente superior.

El siguiente juego era en un escenario con dos casas a cada lado y una granada simulada (una pelota de rugby de gomaespuma) para cada equipo. La forma de ganar: arrasar al equipo contrario o meter la granada en la casa que estaba en su zona de despliegue.
En la primera partida todo nos salió relativamente bien. Hicimos un despliegue bastante escalonado por el flanco derecho, que permitió que Luis y Ángel salieran corriendo con la granada y, después de que cayera Luis, Ángel les "volara" la casa. Ellos fueron varios por el lado izquierdo, y acabaron atascados dos detrás del mismo obstáculo y otro muy cerca, de manera que desde mi obstáculo les tenía a los tres totalmente bloqueados. No les daba ni un tiro, pero nos permitió ganar.
La segunda partida fue más rara. Luis y yo cubríamos el flanco izquierdo, con Mamen dando apoyo desde el centro. Luis acabó sin balas sacando el arma para intentar asustarles, mientrás que yo, también bastante escaso de munición, me fuie hacia el centro para intentar coger la granada y correr hacia la base contraria. Justo cuando Mamen me pasaba la granada, recibo un bolazo en el cuello. Fin de mi heroico intento de carrera. Ya desde fuera, el escenario se había tornado en un 3 contra dos o en un cuatro contra dos, con superioridad por nuestra parte. Angel y Juako estaban relativamente cerca para ir corriendo hacia su base con la granada, pero mientras decidían quien iba delante por eso de que no querían recibir un bolazo, Javi H. sale corriendo desde una esquina con la granada (como hace en el fútbol, igualito). Javi H. corriendo y solo un defensor cerca: Yoli. Y con tiempo para hacerle varios disparos. No tuvo suerte y perdimos.

El siguiente jueguecillo era el asalto al banco: otra casa con un muro delante que defender de un equipo contrario con vidas infinitas y un único objetivo: llegar hasta la primera fila de obstáculos y tirar la granada.
Empezamos nosotros atacando. Con eso de que da igual que te maten que vuelves a empezar, reduces las precauciones. Básicamente, en este juego te acribillan. Casi todo el rato, el juego consistió en dos o tres de nosotros intentando llegar al balón e irlo avanzando mientras el resto iban abatiendo defensores. Teniendo en cuenta que me quedé sin munición al minuto de empezar, parece claro que yo era de los que iban a por el balón. Y hubo suerte, porque el resto de mi equipo había logrado abatir a los que controlaban mi lado y arrastrándome pude llegar hasta el lugar del lanzamiento de la granada. Un lanzamiento mediocre nos daba la victoria.
Defender el banco parece más fácil, pero realmente es más dificil. Yo, al menos, no veía nada de nada. Además, al poco de asomar la cabeza para hacerme una idea de la situación me la volaron, así que no debí disparar más de 10 tiros. Un auténtico lastre para mi equipo, que poco depués caía derrotado cuando habíamos sido abatidos solo dos.

El siguiente escenario era de connotaciones tolkienanas: las dos torres. Mecánica sencilla, En cuanto alguien supera la línea imaginaria de la torre del rival, gana. Este juego tiene una línea muy amplia para cubrir, así que no te entras prácticamente de nada. Lo que se es que lo teníamos dificil. Aquí Ángel ya se había ido, así que eramos uno menos. Y de los que quedábamos, Luis, Juako y yo no corremos. Sería traicionar nuestros ideales. Encima a ellos les gustaba correr. Luis y yo abiertos al flanco de pronto vemos a Maria corriendo por el centro hacia donde estaba la mitad de nuestro equipo. Se llevó más pelotazos que un portero de balonmano. Y nosotros mientras intercambiando tiros con Nacho por el flanco derecho para ver si alguien mataba milagrosamente al otro y se queda con todo el flanco para correr. En esas estábamos cuando de pronto dice el monitor: fin del juego, los amarillos han ganado. El maldito Chema se coló hasta la cocina y ganó la partida, aunque Mamen le disparó en ambas piernas, por listo.
Al cambiar de lado cambiaron un poco las normas, ahora había que tocar la bandera del rival. Y en esta partida si que no me enteré de nada. Estaba en el suelo detrás de unos muros intercambiando tiros con Nacho, Iván y Javi. Nacho entrando y saliendo de un autobús abandonado que había en medio del campo, por cierto. Ellos me disparaban, yo les disparaba, todo muy bonito. Y en esas oigo a María a mi espalda diciendo: "Oye, que estás muerto". Resulta que nuestro flanco derecho había sido arrasado y María habíase dado un paseillo hasta nuestra bandera, encontrándome a mi en el suelo de manera casual. Otra victoria para los amarillos en estas pruebas de correr que tanto les gustaban.

Y con empate en el marcador llegamos al último escenario: una bandera a 15 metros de una trinchera. Un equipo que no puede salir de la trinchera hasta que alguien del otro coja la bandera. Y el otro equipo con vidas infinitas hasta que alguien coja la bandera. El objetivo es llevar la bandera hasta su zona de despliegue.
Empezamos atacando nosotros, y con eso de que hay vidas infinitas hasta que llegas cerca de la bandera fue sencillo que alguien la cogiera y saliera corriendo con ella. En ese instante delante mio salieron tres corriendo detrás de la bandera, pero les acribillamos entre varios. Lástima que se me acabara la munición en ese momento, porque la escabechina podía haber sido buena. La carrera fue buena, y ganamos merecidamente.
El juego desde la trinchera era bastante dificil, porque apenas se veía la bandera. Así que disparabas un poco aquí, otro allá, hasta que de pronto veías que la bandera desaparecía. Momento en que unos empezaban a correr, otros vaciamos el cargador y el equipo amarillo partía la bandera, aún no tengo muy claro como. El caso es que lograron recuperarla y empatar la partida.

Teniendo en cuenta que en victorias / derrotas ambos equipos tuvimos las mismas, la victoria moral es claramente nuestra
, porque jugamos cuatro pruebas con uno menos. Así que podemos considerarnos los justos vencedores. Si alguien quiere discutirlo, lo podemos hablar cualquier otro día en otro campo de batalla.

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