Bueno, como desde el miércoles no escribo, toca hacer un repaso somero de lo que aconteció en el propio miércoles, en el jueves y hoy, día en el que ya hemos vuelto a tierras españolas, donde no se paga en los baños pero hace un calor de justicia.
El miércoles fuimos, tal y como estaba previsto, al zoo. Llevaba tiempo sin ir a un zoo como tal (por Faunia pase hace no muchos años), y la verdad es que ha sido una de las últimas veces que voy. El zoo es precioso, está muy bien cuidado y da para una visita de un día casi entero, pero ver a los animales en sus jaulas, a los grandes simios encerrados en 30 metros cuadrados es una sensación de lástima total. Un gorila, con una cara que refleja una inteligencia elevada ( ¿ 20-30% de la humana?) tiene que volverse loco ahí atrapado sin nada que hacer en toda su vida. Del resto de los animales, cuestiones similares. Tener a grandes cazadores, como un guepardo o una pantera, atrapados sin que tengan metros y metros para correr hacen que sean bolas peludas incapaces de cazar a un conejo silvestre.
El caso es que a la mitad de la visita al zoo, y aprovechando que estaba cerca, me fui a ver una maqueta de tren con una pinta excelente. Estaba perfectamente cerrada. Menos mal que la tienda de arriba tenía millones de maquinas, locomotoras, maquetas y demás chorradas y me pude entretener un rato allí. Como duele llegar a algo y que esté cerrado a cal y canto. Menos mal que no lié a nadie para que me acompañara.
El caso es que después de eso fui al punto de encuentro convenido, donde nos alimentamos, cada uno como dios le dio a entender, y nos dividimos en dos grupos: los que se fueron a ver a Nefertiti en el Altes Museum (¿ o era en el Bode?) y los que decidimos dar un tranquilo paseo vespertino por Nikolaiverter. La verdad es que es una zona preciosa, llena de casitas con grandes patios tranquilos ( en los que nos fuimos colando para irlo viendo). Como empezamos tarde, no pudimos entrar en la iglesia de la zona, que por lo visto estaba bastante bien, pero pudimos ver algunas casas en las que, además de tener partes de las fachadas interiores aún con los agujeros producidos por la metralla, tenían los nombres de los judíos que vivían en esas casas y fueron enviados a campos de concentración.
Después de jugar al hombre lobo ( el gran éxito del viaje y que ha permitido que no nos pegáramos físicamente) y salir un ratito, el día que menos, llegamos al jueves.
El jueves decidimos que había que ver algo nazi, lo que no es trivial. Puedes comprar cientos de cosas de los comunistas, desde llaveros a gorros, pasando por camisetas y cinturones, y sin olvidar las banderas. Pero, ojo, lo único nazi que vas a ver es alguna foto. Se ve que hay asesinos mejor valorados que otros. Lo que conseguimos ver fue un bunker de la II guerra mundial, algunos edificios por fuera, y una exposición con audioguía contando la historia de la SS, la Gestapo, el exterminio de los judíos y todas estas lindezas que dicen tanto de la capacidad del hombre para el mal.
Después de eso, pasamos por la Filarmónica, lugar donde quedó clara la diferencia entre un alemán y un español. En un tour guiado en España, el guía siempre exige el ticket a todos. A estos alemanes se les colaría todo el mundo tranquilamente. Que pardillos...
El edificio es bastante chulo, y vale la pena echarle una visitilla.
Después de eso, y dado que había gente que ya quería hacer compras, hicimos una breve escapada los dos informáticos al museo de la técnica, que estaba medio cerrado y por lo tanto la entrada era gratis. Entre lo más destacable que vimos estaban los motores de los barcos (que eran gigantescos), los restos de aviones de la II guerra mundial con sus agujeros de bala incorporados, una reproducción de un Lancaster, algunos de los primeros ordenadores de la historia y una máquina enigma. La lástima es que el museo cerraba pronto y además queríamos ir a ver la Sinagoga.
Eso fue un error, porque de la sinagoga lo único que queda es la fachada, como nos dijo el resto del grupo al que encontramos en la puerta. Dentro hay exposiciones y similares, pero no una sinagoga como tal. Así que nos volvimos pronto al albergue, a seguir matándonos figuradamente.
El plan era salir a cholón, pero la gente no llegó en buena forma física. Al menos no me fui a dormir antes de las tres y media, que no está mal (Fue buena velada, gracias). Cinco horas después, en pie para ver un parque según nuestro arquitecto, un cementerio según el resto de mortales.
Tiendas, avión, coche ( que grandes los dos que han ido a recogernos ) y llegar al hogar, donde ordenar un poco antes que aparecieran mis padres, que han tenido que venirse el fin de semana aquí por un funeral. Mis primos han perdido a sus dos abuelas en menos de un mes. Lo que es la vida...
Como venía diciendo en el avión a mi compañera de vuelo que solo iba a dormirse diez minutos que han sido dos horas, el viaje, aunque ha estado bien, no puede llevarse ni el aprobado raspado. El objetivo era ver a nuestro amigo destinado en Lübeck y no lo hemos cumplido. Así que me temo que nos quedaremos cerca del cuatro.
Debo decir que ha ido mucho mejor de lo que yo esperaba. No ha habido peleas, ni discusiones importantes. Algún cabreo ha habido, ciertamente. Por mi parte, y como ya dije, aunque me lo he pasado bien, he tenido mis bajones por ser mi primer viaje de soltero y notar que te falta alguien al lado. Pero eso era inevitable.
Lo que va a ser un infierno es juntar las fotos y ver las más de 1500 fotos que seguro hay hechas. Me niego a tener más de 400 fotos, que ya es una animalada, como resumen.
Y nada más, que esto ya es un tocho infumable. Solo queda decidir cual es el próximo destino...
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