viernes, 3 de octubre de 2008

Escocia, día 5

Bueno, pues ya acababa el viaje. Poco más que llegar a Edimburgo nos quedaba, que la costa Este no tiene mucho más. Bueno, miento, nos quedaban cositas que ver. Eso sí, pocas fotos, muy pocas, que la lluvia estuvo cayendo todo el día y en algunos momentos, con bastante persistencia y fuerza.

La jornada empezó camino de Culloden, lugar donde fue aplastado y aniquilado el ejército del Prince Charlie, que meses antes pudo haber conquistado el trono de Inglaterra, pero se detuvo justo antes de tomar el trono, por miedo. Había arrasado usando la carga de las Highlands como estrategia. Básicamente, mientras el enemigo está disparandote con cañones y mosquetes, todo tu frente, carga protegido con escudos y armado con pistolas y espadas. El enemigo se asustaba, retrocedía y era aniquilado.

Sin embargo, en Culloden todo salió mal. Los escoceses no tenían cañones, la carga se hizo tarde y mal, los soldados estaban agotados, el escenario era el peor para una carga, los ingleses descubrieron que con cañones llenos de metralla, obstáculos, picas y poco más, las bajas caían sólo en un lado. Uno de esos grandes desastres tácticos que tan bien conocemos por estas tierras. Se nota que en el lado escocés había algún soldado español.

Eso sí, los ingleses masacraron a todos los que encontraron, desfiguraron a los heridos, no permitieron quitar los cadáveres del campo de batalla... Dieron un escarmiento ejemplar. No dejar a los escoceses ser enterrados en el clan era una afrenta terrible, que dejó grandes heridas. Ahora queda el recuerdo con túmulos, y las tumbas de algunos clanes.




Lo dejamos debajo de la lluvia, y nos fuimos hacia el siguiente destino. Entre medias, nos dedicamos a cantar los himnos de nuestros diferentes países. Como siempre que a un español le toca hacer esto, no queda sino emocionarse, llevarse la mano al pecho y tararear como mejor se puede la marcha de granaderos.

Desde allí llegamos al lago Ness. Que vale, es muy famoso, tiene su leyenda, es gigante, pero vamos, que es uno de los cuatro lagos casi iguales que hay. Entre eso, y la lluvia que caía, la parada fue breve. El guía dijo que éramos el único grupo en que no se había bañado nadie en el lago. El mundo está lleno de inconscientes.



Paramos a comer en un pub y nos fuimos hacía Broar, o algo así. La cámara ya se quedó en el bus, que jugarsela camino de una cascada por un camino de barro con lluvia no me motivaba. Bonita cascada en una zona al lado de un centro comercial bastante pijo. Hasta había comida con muy buena pinta.

De allí partimos hacia nuestra última parada, el Hermitage. Un atasco tremendo, un atasco, la policía desviándonos, una maniobra para dar la vuelta en la que cortamos dos carriles... Y el Hermitage cerrado. Así que nada, camino de Edimburgo mientras la lluvia no dejaba de caer. Al menos un día de tiempo escocés había que ver, estaba claro.

Como no era tarde, paramos a ver los puentes que dan acceso a la capital de Escocia. Uno que está en obras y van a cambiar, y uno viejo por el que sólo circulan trenes, que es mucho más espectacular.



Aquí acabó el viaje en sí, entre la lluvia camino del albergue que me pasé dos veces. Llegué empapado, y con dos horas de margen antes de la hora a la que habíamos quedado los del grupo para tomar algo. Con la que caía, me quedé en el albergue escuchando la conversación de los de al lado.

Al menos luego dejó de llover, y la velada nocturna fue con neumáticos de seco. Es increible como las mujeres se arreglaron para salir por la noche. Se nota quien va pensando en salir y quienes, como yo, tienen que ponerse algo y disimular que es ropa de campo.

Un pub tradicional, un garito infernal en el que estábamos en la terraza ( en Madrid con esa temperatura nadie está en una terraza, doy fe ), otro garito tranquilo y un último sitio cuando los primeros ya habían cerrado que era un poco antro. En total, recuento, cuatro bacardis con limonada, un absolut y un capitán morgan, que es una mierda de ron y me dejó sin beber nada más. Si me tomo seis copas en Madrid, no me tengo en pie. A shots, ni te enteras. Y el caso es que me dejé una pasta.

A los dos y media despedirse, intercambiar el facebook con una moza y el teléfono, y volver al hostal. Despertarse, desayuno escocés, autobús al aeropuerto, espera de avión, Ryanair, espera de avión en Dublín, Aer Lingus y Madrid.

Fin de las vacaciones, hasta nueva orden.

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