Ayer, en otra rara noche de esas que acaban saliendo inexplicablemente bien, tuve uno de mis mejores momentos musicales en un bar, el que da título a esta anotación.
La noche plantaba extraña, porque solo estábamos en el Victoria un servidor y el hombre que siempre viste ropas epilépticas. Diversión garantizada, pero plan posiblemente extraño. Faltaba al menos un tercer mosquetero, y estaba claro que convencer al cazador de facóqueros sería fácil. Apareció, le contamos las bondades del 100 x 100, y hacia allí nos encaminamos sin dudarlo un instante. Nos encaminamos en un taxi cuyo conductor le dijo a mr G que le pasara alguna moza para copular con ella, todo sea dicho.
Y en ese bar que descubrí la semana pasada, alcancé la gloria. Aproximadamente hora y media de temazos, uno tras otro, sin parar. Temazos que conocía en cuanto sonaba el primer acorde, canciones de las que marcaron nuestra adolescencia a cuchillo. Por citar algunas: Minha terra gallega, quienes somos, de donde venimos..., camino de la cama y bailaré sobre tu tumba, de Siniestro Total. De Barricada, Blanco y Negro ( los pelos como escarpias ). Tocarón varias de Ska-p, recuerdo legalización, y la que abría el segundo disco "orgulloso de estar...". Los Porretas, con su mejor y su peor canción: Pongamos que hablo de Madrid ( mucho mejor final que el de Sabina, sin duda) y Marihuana ( donde no riman ni dos líneas seguidas, horrorosa ). Más temazos gallegos, en este caso de Los Suaves: Dolores se llamaba Lola y No puedo dejar el rock.
No se vayan todavía que aún hay más. De la Polla Records, Salve Regina. Kortatu, Mierda de Ciudad. Una de Reincidentes, Jartos de Aguantar. Leño, con su sorprendente y maneras de vivir. Y dejamos los mejores grupos para el final: Platero y Tu y Extremoduro. Varios temazos de cada uno, los mejores, los que sabemos al dedillo.
Brutal, una noche de música brutal. Y eso sin contar con que antes nos pusieron también a los Delinqüentes y a Loquillo, con sus gatos en el callejón. Acabaron con Silvio Rodriguez, un tema clásico que se sabía todo el mundo menos yo. Está claro que no se puede tener una efectividad del 100 %.
Después de eso acabamos en un bar cercano, con entrada muy extraña. En el que mis dos acompañantes originales se enzarzaron en discusiones a ver quien sabía más que el otro. Aún recuerdo a mr G llamando a un colega a las 6 de la mañana par preguntarle quien fundó el FC Barcelona. Y una discusión sobre cual era la capital del Congo antes, ahora y siempre.
Una noche laaaaaaaaaarga, sin duda. Supongo que alguno no habrá podido ir al partido de fútbol al que se había comprometido.
Eso sí, hoy he ido con mis padres a comer un cocido a la posada de la Villa, y me ha sentado genial. Así uno se recupera de cualquier cosa. Rico, rico, rico.
Besitos para aquellos que buscan el bien.
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