jueves, 29 de mayo de 2008

Chartres

Por estos avatares de la vida, hoy he acabado solo en la catedral de Chartres durante unos minutos de la misa, cerca del cierre. Allí estaba, en la penumbra, acompañado por los cánticos de la misa. Rodeado de unas cuantas velas y escoltado por algunos de los mejores rosetones del planeta.

En semanas como ésta, en las que lo que te ronda la cabeza no es precisamente si Ronaldo ficha por el Madrid o si Losantos pierde su juicio, es cuando entiendes más que nunca la utilidad de la religión. No hablo de si es cierto o no, ni de cuál es la verdadera. No. Me refiero a esa tranquilidad que da tener alguien que sabes que siempre está ahí, escuchandote, que puede cumplir todo aquello que se le pide.

Tener ese ser superior quizás fuera lo que nos inventamos hace siglos ( sino existiera ) para justificar lo que no entendíamos, pero también para quitarnos la sensación de impotencia, de agobio, de no poder hacer algo. Siempre, en cualquier circunstancia, la religión permite tener ese sitio al que acudir, permite que, por muy perdida que parezca la causa, siempre quede un rayo de esperanza. Un sitio al que acudir. Una figura a la que llorar.

Muchas veces eso es todo lo que necesitamos.

Hoy he vuelto a "hablar" con Dios en una iglesia.


1 comentario:

Jorge Alonso dijo...

Mas vale que lo hayas hecho en francés. Que "los dioses" de Francia son muy suyos :D