lunes, 5 de mayo de 2008

viajes con anécdotas absurdas

De nuevo, como no, en París, mi ciudad predilecta ( se oyen risas de fondo entre la multitud ). Un viaje largo y anecdótico, lleno de bellos momentos. Primero, en vez de ir directamente al aeropuerto, me toca pasarme media hora en el curro esperando para que me saquen un tubito de sangre. Es una sensación preciosa estar en una cola en la que sabes todo el mundo lleva orina en un frasquito y podría iniciarse la guerra más asquerosa de la historia. Encima en ayunas, claro.

El tipo de la aguja pinchaba bien, pero al quitar la jeringuilla podía haberle puesto un poquito más de amor, solo un poquito.

En fin, que desayuno y taxi al aeropuerto, posiblemente la primera vez que hablo con un taxista durante todo el trayecto. ¿Serán los años? ¿ Será la madurez? ¿Será que hablar de la victoria de la liga y del Madrid es un tema realmente fácil?A lo mejor me estoy volviendo persona medio sociable y todo.

T4, donde parece que nunca dejarán de putearme y llenarme de odio. Billete electrónico en mano, puertas teóricas, HJK. Puerta en los tres monitores habilmente escondidos por todo el aeropuerto: M26. Para el que esto no le diga nada, quiere decir que hay que irse a la T4 satélite en el metro interno, es decir, donde cristo perdió la guitarra. Así que hala, de paseo.

El panorama, como es previsible, es aterrador: padre, madre, hijo por un lado, padre, madre, hijo1, hijo2, por otro. Avión lleno de carne fresca para Eurodisney y cuatro tontos más que nos hemos quedado con cara de despistados. Bueno, cuatro más no, que el avión llevaba un overbooking considerable, con 12 personas en la lista de espera. ¿ Las aerolíneas pueden vender cualquier número de billetes para un avión? Uno más, lo entiendo, dos. Doce me suena a tomadura de pelo, o a canallada.

Por si alguno pensaba que el avión estaba ahí, sorpresa. Hay que coger el bus, cosa que yo creía ya totalmente superada en la T4 y especialmente en Iberia. Entre metros y trenes recorro más distancia que de mi casa a Plaza Castilla. Claro, que el autobús tiene truco, que una niña, la pobre, se marea y vomita. Por suerte lo hace ya con el autobús parado, porque en movimiento mi maleta habría acabado empapada. Espero que todas las turbulencias del vuelo no hayan acabado con ella.

Y al subir al avión, empieza el cachondeo. Uno elige un sitio con amor, en el pasillo, salida de emergencia. Mejor asiento del avión, sin duda, quitando los de business de primera fila y el del piloto. Una amable azafata me pregunta, con mucha educación, si no me importa cambiar asiento para que una pobre familia, dos padres, dos gritones, pueda ir junta. Accedo sin problemas, claro, pero eso de tener que atravesar el pasillo desde la fila 28 a la 7 cargado con todo en dirección contraria al flujo humano y sin que la azafata haga nada más que darte las gracias, pues está chungo. Nuevo sitio, donde empiezo a leer  "El fundamentalista reticente" de Mohsin Hamid. Fracaso, porque una nueva azafata me pide que vuelva a cambiarme de sitio. Bueno, a mi y a mis compañeros de fila. De nuevo hacia atrás.

Sitio final, donde pasar un vuelo en el que las turbulencias casi ni se notaban gracias a los berridos de un niño que tiene un gran futuro como alarma antiaerea. Que salvaje el chaval. Ni un minuto callado. Menos mal que el libro ha estado interesante, pero corto.

Al menos hoy no ha habido retraso, y el taxista oriental que me ha traido, cuyo francés era como el mío y que iba mirando el callejero mientras iba a 100 por hora por la autopista, no se ha perdido.

Y aquí estoy, en un viaje supuestamente hasta el viernes en el que acabo de descubrir, oh sorpresa, que el jueves es fiesta en Francia. Con un poco de suerte, día de vacaciones pagado. Con mi suerte, todo cerrado en París, lo estoy viendo. Con más suerte, vi viaje se acorta sustancialmente.

Pues eso, que ya iré contando más.

Al margen de esto: grande el Madrid, que demostró que es buen equipo, con caracter y que en cuanto Raúl se va del campo, se puede jugar con 10, que son los mismos con los que se juega cuando él está en la cancha. Higuaín lleva más goles por minuto que él, pero fijo. Y más ocasiones generadas, más desmarques, más asistencias de gol...



 

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