jueves, 25 de junio de 2009

704 escalones que me alejan del suelo y me acercan al mundo del que provienen los sueños

Años después, y repetidas visitas a Paris de por medio, más de las que pueda recordar, he vuelto a subir a la cima de París, a esa pieza de ingenieria tan sencilla y tan complicada que es la Torre Eiffel. Al empezar ya atardecía, al llegar arriba, era de noche. Hasta el segundo piso andando, como los hombres. Sacando mil fotos que estarán todas movidas, lo que tiene no llevar un trípode encima para estos momentos. Confío en que alguna haya salido, aunque si de las 70.000 que he sacado salvo tres, estaré muy contento. Nota para futuros viajes: llevar junto a la cámara el cable para poder ver las fotos en el ordenador.

Del curro sólo diré que ha habido rachas mejores... Todas las anteriores... Menos mal que la semana que viene tengo vacaciones, qué bien me van a venir ( espero ). 

Alguien ha dicho hace poco que los escritores tienen que reinventar el mundo cada día ( Mastretta, para más señas )... No sólo los escritores... Todos tenemos la obligación de reinventarnos, aunque sea a nosotros mismos. A lo mejor alguna de las veces sale algo que no sea del todo desagradable. 

Y nada más, que sigo vivo, que no es poco, y muy cansado. Así que a dormir me dispongo, desde mi cama. Tumbado veo, casi de milagro, la cúspide de la toree Eiffel. Y como curiosidad está bien, pero felicidad me aporta poca.

Besos y cuidenseme!

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