jueves, 4 de junio de 2009

Cuatro estrellas entre las que desvanecerse

París es el centro del universo para los parisinos, la ciudad de las luces para las novelas, la ciudad del amor para las agencias de viajes y un destino de trabajo para mi y mis compañeros. Esta semana está claro que, turismo, el justo...

Como colofón al "no quiero estar aquí, ojalá estuviera en Madrid", hoy he recibido una llamada de una visita fugaz por la capital para quedar hoy o mañana. Imposible, claro. Después de tanto tiempo, me apetecía... Otra persona con la que no puedo quedar por estar en Francia, luego que si les cojo manía a los gabachos. ( Hablaremos en breve, prometido, que llamarte como que era tarde cuando he llegado al hotel ). Y me temo que, por la misma razón, no podré quedar con otra persona que tenía pendiente. Tres de tres para los franceses, ole por ellos.

No se si lo dije, pero Hacienda dice que va a darme dinero. Tiene truco, fijo.

Ayer estuve sin internet en el hotel ( aunque compré seis bonos, larga historia que me tiene ahora reclamando con orange por su control de errores, malditos cabrones ) y en el curro estamos algo vendidos, así que nada, estoy medio desconectado del mundo. No se si es una pena o una suerte, porque últimamente no es que el mundo me de muchas alegrías. Casi se agradece estar currando de sol a sol sin tiempo para nada.

El resto de lo que iba a poner, se pierde en el Sena. ¿ Qué le importa a nadie cómo está mi alma ? Triste, como el silencio, y sola, como la luna. Y qué importa ser poeta o ser basura. 

Un beso, y gracias por llamar. Otro beso para el resto, algo más pequeño. Y uno, destacando incluso hoy, para ti. Destacando como una gota de sangre en la lluvia.



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