lunes, 8 de junio de 2009

Nuestro propio cielo

( robo el título del corto que pongo debajo, que no es recomendable verlo en el trabajo, por aquello de que salen pechos, y el lenguaje es soez. No es un vídeo de coña, ni erótico. Vale la pena verlo )

Las religiones nos dieron cielos llenos de dioses, de seres supremos, nos dieron esperanzas y sueños. Promesas para que las miserias de esta vida fueran menos leves y los oprimidos siguieran siendo oprimidos mientras los opresores podían dictar sus normas arbitrarias atribuyendo esas leyes a fuerzas sobrenaturales. Los ricos creaban dioses, los pobres, soñaban con dioses.

Cuando el nivel de vida subió, cuando la subsistencia dejó de preocuparnos, cuando alimentarse pasó a ser una costumbre y no una excepción, la religión cambió. Honramos ídolos que habíamos construido los humanos. los dioses pasaron a ser las ideas. La igualdad, la libertad, la fraternidad... Las grandes frases llenaron la boca de generaciones, que decidieron lo que había que hacer en nombre de esas palabras. Millones murieron supuestamente luchando por ellas, defendiéndolas, en su nombre. Pocos las disfrutaron realmente. Eran una utopía, como las religiones, aunque parecía que podía alcanzarse en esta vida en vez de en una incierta vida postrera.

Los grandes ideales dieron paso a los pequeños. No nos guiaban ya más los derechos humanos, sino el tipo de gobierno, la economía. Luchaban los defensores del libre mercado, contra los defensores de la economía dirigida por el estado. Hubo que poner banderas, símbolos, frases... Las religiones necesitan rituales, ídolos, dogmas. Se pasó a luchar por lo que se tenía contra lo que utilizaba el vecino. El objetivo a alcanzar ya era factible, era defender lo existente e imponerselo al vecino. La utopía desapareció, dejamos de soñar.

En el siglo XX empezamos a darnos cuenta que hay pocas cosas por las que valga la pena luchar. Empezamos a buscar la felicidad individual, realizarnos como personas, ser felices dentro de un colectivo, sí, pero buscando conseguirlo individualmente. Empezamos a buscar crear nuestro propio cielo, del que es fácil caerse, porque nos faltan los rituales y tradiciones de los cielos comunes, pero que tiene miles de detalles, de gestos, de señales que no puede un cielo repleto de personas.

En algún sitio habré dejado mi propio cielo...

Frase de regalo, leída por ahí ( en microsiervos, sí ):
El fracaso no es una opción.
Es un privilegio reservado para quienes al menos lo intentan.



Nuestro propio cielo (2007) from Roberto Pérez Toledo on Vimeo.



Besos a todos. ¿ Hace falta que diga que hoy, especialmente, para ti ?

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