lunes, 6 de abril de 2009

Relato - canelones

"la vida es como un plato de canelones". Esas fueron sus últimas palabras. Ni muriéndose pudo dejar de demostrar que era idiota.

Ahora, siempre que en un restaurante hay canelones los pido, los miro atentamente por unos minutos y recuerdo su frase lapidaria. A veces creo que tiene razón y que, efectivamente, la vida es una gran mierda precocinada, calentada minuto y medio, hecha con la peor carne jamás encontrada y a la que se le acaba poniendo algún acompañamiento, como bechamel, para que sea más fácil de tragar.

Creo que la frase la dijo a mala idea, como la mitad de su vida. Siempre he odiado los canelones, y él lo sabía. Definitivamente, él era idiota. Y lo más probable es que yo también.

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Ya estoy por France. Ya en mi tercera hora de trabajo. Qué poquito queda  ( ah, no, que me quedan cinco horas... )

Besos para todos.

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