sábado, 11 de abril de 2009

Relato - reflejos

Llevo cinco minutos detenido delante del espejo. Se que esa imagen que está ahí es la mía, que esos son mis zapatos, que lo de encima son mis pantalones. La camisa es la que me regalaron por mi cumpleaños y el reloj, el que recogí hace dos meses después de que se le hubiera parado la pila.
Se que esa barba rala es la mía, que esas son mis orejas y esa es la montura de mis gafas, con la graduación que me permite verme reflejado. Se que los ojos que se cruzan con los míos son también míos, pero soy incapaz de reconocerme. Yo he dejado de ser yo mismo, de pertenecer a este cuerpo miserable.

Mi cuerpo se ha revelado a sí mismo como el de alguien débil, el de un traidor cualquiera. Mi carne es miserable mientras mi espíritu ansía ser noble. Quiero desligarme de estas manos que ahora son sucias, pestilentes. Quiero volver a sentirme puro, inocente, no como ese hombre que me mira desde el otro lado del espejo, sabiendo lo que ha hecho, lo que hemos hecho. Sabiendo que soy tan culpable del crimen como él, por mucho que yo no quiera reconocerlo y él casi se vanaglorie, manteniendo ese orgullo, esa altivez.

Nada de lo que ha sucedido estaba previsto. Ha sido una sucesión de acontecimientos que se han ido desencadenando unos a otros, y yo me he encontrado en medio, arrastrado, sin poder hacer nada por evitarlos. Yo soy inocente, aunque mi culpa sea clara. Ha sido el azar el culpable, la casualidad, el destino. Soy un mero peón que ha sido condenado a realizar sus acciones.

Pero me arrepiento, quiero no haber sido yo. Quiero que el culpable sea él, mi reflejo, que él acepte los hechos, que desaparezca y no me obligue a seguir teniendo que mirar a quien ha cambiado mi vida grotescamente. Porque yo no quise que sucediera, nunca lo quise. Mi cuerpo se dejó llevar, pero yo no quise permitirselo. Fue él, mi esqueleto, mis músculos, mis órganos fonadores, mis ojos... Todos ellos tuvieron su parte de culpa, pero yo no. Yo les ordené detenerse, quise que pararan. ¿ Es culpable un comandante de un motín de sus tropas ? Habrá negligencia, habrá torpeza, pero no se le podrá responsabilizar de acciones que han tomado otros por voluntad propia. 

Así que sigo delante de este espejo, en el que ya no salgo, y sales tú. Un inocente reflejado en un culpable. Espejo que golpeó, con todas mis fuerzas, que rompo en mil pedazos, que convierto en un amasijo de cristales que caen, como lluvia afilada, sobre mis brazos, mi torso, mis piernas, el suelo. Llevan gotas de tu sangre al cortarme. Quedan restos de tu rostro cuando los miro. 

En el hueco donde estabas, mi culpabilidad ha desaparecido. Ya no hay un inocente y un culpable en este pasillo. Uno ha matado al otro. El inocente se suicidó cortandose las venas con los cristales recien nacidos del espejo.

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Por cierto, que aparte de escribir para no aburrirme no estoy poniendo nada. Hasta el lunes sigo por Chartres. Ese mismo día me voy hacia París, si hace bueno me doy una vuelta, quien sabe si veré la exposición de Kandinsky. El viernes ya finalmente abandono Paris, esperemos y de vuelta a Madrid, donde por ahora no tengo más viajes previstos ( bueno, miento, creo que el lunes siguiente voy a Valladolid, pero es ir y volver en el día ).

Disfrutad de la semana santa y sed buenos...

Besos a todos, sobre todo a ti...

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