Ayer, después de enviar un sms quejándome de mis tonterías, esto es: no tengo internet en casa, me acaba de caer encima el diluvio universal y mis amigos son unos cabrones y llegan tarde, me di cuenta que a quien le estaba enviando el mensaje me había contado ayer mismo que esa mañana el abuelo de una conocida se había tropezado en el baño, había tenido un mal golpe y había fallecido. Es decir, me di cuenta de que, otra vez, estaba quejandome por chorradas que no le importan a nadie y a las que damos mucha más importancia de la que realmente tienen.
Hay veces que nos ahogamos en un vaso de agua, mientras miles de personas se ahogan pasando el Estrecho. Hay días que complicamos nuestras vidas y las de otros con chorradas que no aportan nada, ni van a aportarlo nunca. Hay días en que aún pensamos que somos el centro del universo.
También es verdad que hay veces que de las pequeñas cosas aprendemos grandes lecciones, y que encontramos gente que nos enseña cada dia más lo que es la vida. Hay veces que vivir es hacer las cosas complicadas, para aprender de los líos, para aprender a deshacerlos.
Fin del modo filosófico.
Ayer empezamos a repartir las cositas que hemos traido de Egipto. Hoy y mañana seguiremos, así que el que quiera algo, que se manifieste.
Suerte para el que presenta hoy, que será quien más disfrute del finde.
Y gracias para quien tengo que dar las gracias, que en general sois todos. En particular hoy, dos agradecimientos: al amable vecino por regalarme una foto ampliada de mi persona haciendo el cafre con las pirámides detrás ( que su viaje al Norte le sea leve) y a quien ha vuelto a demostrarme hoy su excepcional talla humana (de nuevo, por enésima vez).
Como probablemente siga sin internete, feliz fin de semana a todos. Contaré las aventuras que nos sucedan el lunes e insultaré a Ono. Breda, te esperamos por aquí con los brazos abiertos.
Disfrutad de la vida, sí o sí.
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