lunes, 22 de octubre de 2007

Grandes desastres domésticos

Iba a contar algo del fin de semana, que ha estado lleno de sucesos dignos de mención. De momentos de estar arriba, cabalgando las olas y de momentos en los que las olas te caen encima y te arrastran hasta el fondo, aunque, como en el surf, aún seguimos a flote para seguir cazando la siguiente ola, y todas las que vengan después. Y alguna me tirará de nuevo, está claro, pero intentaremos estar arriba el mayor tiempo posible.

El caso es que iba a hablar de esto hasta que hemos descubierto una de esas pequeñas tragedias domésticas que provocan un terremoto: el frigorífico y el congelador, siempre juntos, tan enamoraditos ellos, habían decidido poner fin a sus días, sin avisar a nadie. El motor seguía sonando, pero no entraba nada de frío por ningún sitio.

Una nevera que muere, puede fastidiar más o menos. Quitando los yogures, el resto de la comida suele aguantar unos días sin problemas. El congelador, en cambio, es cruel e inmisericorde, especialmente en días como hoy en los que contiene en su interior raciones suficientes para alimentarnos una semana sin que pasemos nada de hambre. La comida que está en el congelador tiene tres destinos posibles: a la basura, al frigorífico para cocinarla a la mañana siguiente o a otro congelador si hay suerte y el ciclo del frío no se ha interrumpido.

Por suerte, todo el mundo se solidariza contigo en estos casos, y dos amables vecinas ( de las que no roban el correo ) han hecho hueco hasta que hemos podido salvar practicamente todo. Eso sí, mi madre cocinará mañana bastante más de lo que pensaba.

Para más inri, el frigorífico ya se había llevado un arreglo en verano, así que o el que lo hizo es un inútil o nuestra nevera es un timo macabeo.

En fin, el lío que puede montarse cuando falla un motor o una pieza de maquinaria ( que se lo digan ayer a Hamilton, jeje).

De otras cosas que estaban frías y vuelven a ir retomando calor hablaremos en ulteriores días. Hoy solo se habla de máquinas rotas, que son mucho más fáciles de arreglar que las personas.

Por cierto, si alguien se acuerda de que fue este concurso le estaría muy agradecido, que verme en una lista de premiados, en la que también figura el arquitecto y no recordar que hice, como que es raro. Lo que tiene googlear tu propio nombre y encontrarte.

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