A la misma hora que Alonso perdía el Mundial de Fórmula 1 y todos nos alegrábamos de que lo hubiera ganado Raikonnen en vez del esperado Hamilton, los Vatos saltaban de nuevo a la tierra donde tantas grandes jornadas de gloria han vivido.
Y el partido no empezó mal, aprovechando que teníamos cuatro cambios, corríamos y corríamos y nos cambiábamos. No nos creaban muchas ocasiones de peligro y, aunque estábamos bastante descolocados, daba la sensación de que podíamos ganar el partido.
Al descanso, cero a cero. Con más ocasiones par nuestra parte y varias paradas de mérito de su portero, frente a pocas intervenciones mías.
En la segunda parte, la cosa se mantuvo más o menos igual. Quizás nos costaba más llegar arriba, y un mundo tirar a portería. Pero tampoco parecía probable que nos pudieran marcar un gol. Error. En un córner en el que yo estaba feliz porque el balón había ido bastante largo y había salido y lo había agarrado sin problemas, el árbitro pita algo. Penalty. Como todo sucedió a mi espalda, no se si sería. El caso es que consigo que el delantero lo tire a mi izquierda, nada como regalar un poco de hueco, pero con la fuerza que lanza es imposible ni que roce la pelota. Vamos perdiendo y no lo merecemos.
Minutos después otro córner, raso, que nadie acierta a despejar. El único que la engancha es suyo, y supone el segundo gol de la noche. Quedan 11 minutos y hay que seguir intentándolo, pero la cosa se complica.
Presionamos, nos vamos arriba, y tenemos alguna oportunidad, pero acaban marcando ellos en un contrataque en un uno contra uno. 3-0 y partido finiquitado. Ni siquiera conseguimos marcar el gol de la honra. Aunque nosotros llevamos la honra siempre en nuestras camisetas y en nuestros corazones.
Vatos Locos 0 - Equipo de naranja 3
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