Bueno, otro viaje concluido con éxito, esto es, volviendo a casa sanos y salvos, que no es poco.
Resumir los cinco días de golpe es a la par que largo, posiblemente aburrido para la gente, así que pondré detalles principales y alguna anécdota, si las recuerdo, si aparecen en mi memoria.
El primer día vimos los apartamentos: mejores de lo que yo esperaba, aunque con una trampa mortal, la cocina con fuegos eléctricos que se encargó de calcinar todo lo que preparamos el primer día. La peor cena en mucho tiempo. Se nos quemó todo, menos unas setas en las que parecía se nos había caído un paquete entero de sal. Menos mal que había pacharán para que después todo fuera más entretenido.
Esa noche me di una mini vuelta solo por el pueblo, pedí mi primer deseo al ver una estrella fugaz: dudo que se cumpla, aunque mientras hay vida hay esperanza. Ojalá sucediera.
Dormir poco esa noche era casi obligatorio, porque se suponía llegábamos descansados. La primera de varias noches cortas.
El segundo día llegaron pronto el resto de los excursionistas, con la presencia destacada de ECM. Destacada porque ya llegaba tocado, que llevaba dos litronas de cerveza entre pecho y espalda. Además, teniendo en cuenta que Breda trajo tequila de su viaje por México y que hubo que brindar antes de salir, el estado de ECM era algo lamentable. Solo decía: Loarre es uno de los sitios más bonitos en los que he estado, y mira que he estado en muchos. Eso, quinientas treinta y cinco veces. Mínimo.
A Loarre fuimos, y doy fe que es bonito. También doy fe que hacía un vendaval tremendo que hizo que mis gafas cayeran desde lo alto de la torre de la reina, unos doce metros planeando. Mientras las veía caer, mientras las dejaba de ver caer, era como ver tu vida pasar por delante. Milagrosamente, apenas les pasó nada. Tres rasguños menores.
De Loarre a Nueno, nuestro hogar en Huesca. Allí acabamos el pacharán y parte de la cachimba. Amigo ECM, a usted no le sentó mal la cachimba, no. Le sentó mal todo el alcohol que había ingerido para entonces. Como el pacharán se acabó, hubo que pasar a ver Matusalén de siete añitos. Algo tomé, aunque las malas lenguas difamen diciendo que me bebí la botella entera. No señor, la terminó el arquitecto. Bailoteamos un rato, montando una improvisada discoteca. Gracioso, sin duda.
El viernes, como estaba planeado y casi justificado con la ventolera que hacía, no salimos de Nueno. Nos quedamos jugando a cienes de juegos. En una de nuestras típicas jugadas, fuimos a comprar pan a la panadería del pueblo, que resultó no existir según nos dijeron en el restaurante vegetariano que encontramos. Así que nos hicimos unos dos o tres kilómetros andando para traer el pan de la gasolinera.
Ese día lo mejor sin duda fue la noche con su partida de horas a las películas. Partida inexistente, realmente, porque hasta que no se acertaba la película no se cambiaba. Era un chicos contra chicas con Gaga sin jugar y estando muy cerca de ser asesinado por todos en repetidas ocasiones. Es gracioso cuando los chicos proponemos películas sencillas y que se puedan escenificar y nosotros nos llevamos títulos como: "Love actually". Malditas perras del desierto! ( dicho desde el cariño que os profeso a las cuatro, que es mucho ).
Creo que fue esta noche cuando ECM y yo nos dimos una vuelta que concluyó en el mismo banco de la iglesia en el que estuve sentado el primer día, viendo otra estrella fugaz y pidiendo el mismo deseo del primer día. Lo más probable es que, como no, sean dos deseos desperdiciados.
Sábado de excursión turística de nuevo: San Juan de la Peña y Jaca. Precioso San Juan de la Peña, con la sopresa de la ermita de San Indalecio, santo muy respetado por todos nosotros. En el monasterio viejo, construido debajo de una montaña de conglomerado realmente intimidante, encontramos una fuente a la que tiramos las moneditas de rigor. Cambié el deseo, confiando en que al menos uno de los dos se cumpla. Este lo veo más probable, aunque aún tengo alguna duda. Hay sensaciones que no se si son reales o no, probablemente sean tonterías mías ( dicho me han que son tonterías mías). Espero que sean producto de mi mente y que pedir este deseo fuera innecesario ( escribir estas frases es absurdo, porque quien pudiera entenderlas no va a hacerlo y habrá otros que piensen cualquier cosa sobre ellas).
Partimos para Jaca, donde engullimos un menú aragonés, migas y ternasco, en el único sitio donde encontramos un hueco. A posteriori visitamos la catedral, donde debatimos largamente, porque aún sabiendo que era románica, tenía partes claramente góticas y casi renacentistas. Suponemos que eran reformas a posteriori. Como dato curioso, la luz se apagaba cada cierto tiempo, pero la de toda la catedral. Y a echar moneditas...
Al volver, para que engañarnos, lo de siempre. Habíamos comprado pacharán, pero dos botellas para once personas era claramente poco. Así que en cuanto acabaron, hubo que recurrir a lo poco que quedaba. De nuevo, habrá leyendas diciendo que me tomé todo el JB, que se pueden ver claramente falsas teniendo en cuenta que bebimos dos de esa botella y que le quedaba más de la mitad.
Esta mañana, después de ordenar y adecentar un poco los apartamentos, nos hemos ido a Belchite. Pueblo donde el bando rojo ganó una de sus pocas batallas de la guerra civil. El pueblo viejo se supone que está tal cual quedó después de la batalla, quitando los grafitis que algunos incívicos han llevado a cabo. La verdad es que es impresionante de ver. Las iglesias del pueblo están en un estado en que parece milagroso se mantengan en pie. En Berlín, con una en un estado similar han hecho un monumento que es un emblema de la ciudad. Con un buen marketing, Belchite podría convertirse en una referencia de obligada visita para todos aquellos que quieran ver los efectos de la guerra.
Y con eso, vuelta para Madrid en la furgonetilla, sentado en el último asiento rodeado de paquetes por todas partes. No había postura cómoda, pero podía ir cambiando entre varias, lo que ha permitido llegar a casa sin dolores. Gracias a las dos conductoras por su buena labor al volante, y al tercer conductor que me ha dejado finalmente en casa. Se agradece que a uno le dejen en la puerta.
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