Hay días en que parece que uno no debía haberse levantado de la cama, como hoy. Te vistes de portero con tu camiseta de Egipto, vas al campo, y empiezas a hacer un partido horroroso, pero de lo peor que has hecho nunca. El primer gol de vaselina, vale, tiene un pase. El segundo, vergonzoso. Un tiro que va fuera por alto, por poco, pero va fuera, y que al intentar agarrarlo, lo amortiguas y acaba dentro de la portería. Triste a más no poder. El tercero, casi como el primero, pero aún más bonito, una chilena vaselina casi desde la frontal. Poco pude hacer después de haber salido, pero la pregunta era si debía haber salido, claro. El cuarto, un tiro desde la frontal, que veo que va a ir raso a mi lado, pero creo que estoy fuera de la portería y no me tiro. Un ojo clínico excelente. Y el quinto, en un córner al primer palo. Ese no era mío, no.
Así que con mi lamentable partido y con la lesión de Fernando a los tres minutos por una entradita fuerte a su tobillo, difícil era que ganaramos. Siete vatos locos sin centrales, que se ha puesto el gran Fran por primera vez en esa posición. Aguantar y confiar en un milagro, que nunca llegaba, claro.
Lo único a reseñar del partido ha sido que a falta de cinco minutos, Quk se ha puesto de portero, en parte por su cansancio y en parte supongo que para evitar que mi torpeza siguiera hundiendo al equipo. Así que he salido al campo, a correr un poquito y a ver que tal. Y no ha estado mal, para que negarlo. Incluso he marcado el único gol de los Vatos en una gran jugada del chole. A puerta vacía, eso sí, que nadie espere milagros. Pero supone una temporada más en la que marco un gol. Y eso en los vatos este año es algo muy escaso, para que negarlo.
Vatos Locos 1 - Sparta Pájaros 5
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