Dickens era un cabrón: ridiculizó al pobre Scrooge, un pobre anciano maltratado por la vida, incapaz de levantar la vista del suelo, amargado por los palos que se había ido llevando. Perdió primero a su hermana, la única persona que le hacía caso en su infancia, perdió a su mujer, al amor de su vida que se diluyó entre sus manos. Perdió a su socio, a su mejor amigo, que le dejó solo al frente de una fábrica que era lo único que sentía como algo propio.
Si, suena muy bonito lo de que Scrooge se ponga a donar y compartir. Pero la vida le ha enseñado que, eso, al final, sólo vale para llevarte palos, decepciones y heridas que nunca cierran.
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